Sr. Director:
Todos los medios se hacen eco de la misteriosa muerte de Michel Jackson, este gran artista del pop, no ha sido un ejemplo en su comportamiento en muchos aspectos, pero en cuánto a su música, era maravilloso, será recordado por su faceta musical, un artistazo, que se sentía cómo un niño indefenso.

Fue un chico sin infancia, un chico que a los 5 años fue explotado igual que a sus antepasados esclavos, un chico sin oportunidad de crecimiento personal. Vivió los abusos de su hermana bajo la dictadura paterna y fue acostumbrado a vivir bajo la sombra del éxito y riqueza eterna.

Cuando sólo pensamos en nosotros mismos suceden cosas así. Pensar en los hijos es darles amor, seguridad y límites.

Porque el hombre necesita amor y desafortunadamente encuentra egoísmo y demasiado odio.

Los países ricos suelen ser los más pobres en estimación, respeto y cariño. ¿No será que muchos están llenos de diversiones y de cosas, pero vacíos de valores?

Que la vida y la muerte de Jackson nos hagan pensar que no es el dinero, ni la fama la felicidad.

Como decía San Agustín, que probó la lejanía de Dios y la felicidad de encontrarlo, "nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que te encuentra".

Josefina Galán

finagalan@gmail.com