Aumentan los enfrentamientos entre defensores y detractores del actual presidente egipcio
Mientras Europa pide una transformación hacia la democracia, el estado israelí apoya a Hosni Mubarak. Los Hermanos Musulmanes, un peligro a la sombra.
El problema en Egipto va tomando forma pero no se sabe todavía hacia dónde se va a dirigir. Se han producido los primeros enfrentamientos entre grupos de defensores y detractores del presidente Mubarak que han causado ya cinco muertos.
En medio de toda esta situación hay otra discusión, más ideológica, sobre qué o quién hay detrás de esta revuelta. Aunque es un levantamiento fruto de los desmanes que se han podido producir en el país y como consecuencia de la falta de libertad, siempre hay grupos detrás que dirigen todo. Algunas cabezas son visibles, como la de El Baradei o los Hermanos Musulmanes, aunque habrá otras.
Es por eso que Israel no se fía. El Baradei tiene formación occidental y mientras dirigió la Agencia Internacional de la Energía Atómica, recibió el premio Nobel de la Paz, además de manifestar que las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes, no existían. Sin embargo, Israel prefiere a Mubarak pues teme que El Baradei sea una repetición del efecto Kerenski, y sólo un paso previo a que los Hermanos Musulmanes tomen el poder. Y eso asusta a Israel, ya que significaría tener un nuevo gobierno islámico radical en sus fronteras, bastante cercano a Hamás, lo que abriría una puerta a un futuro conflicto.
Mientras Israel, mucho más práctica y cerca de la realpolitik, no se fía, Occidente muestra su debilidad por su idealpolitik. Pide ya unas reformas democráticas, creyendo que la democracia, tal y como está entendida en nuestros países, se puede exportar. Y la historia parece contradecirles. Se ve la figura de El Baradei como clave, sin preguntarse por qué los Hermanos Musulmanes han cedido el protagonismo. Protagonismo obtenido, también hay que decirlo, por su función como ONG, es decir, de servicio educativo, sanitario y de alimentación para una gran parte de la población que vive en la miseria. Es decir, muy parecido al papel de Hamás en Palestina.
Pero este temor israelí se extiende también a la vecina Jordania, donde la presencia de Abdalá II es preferida a la de cualquier otro dirigente islamista radical.
Occidente también quiere tranquilidad por la importancia del Canal de Suez, por donde pasa el 8% del comercio petrolífero mundial. Pero hay que temer que tras el efecto Kerenski, con la llegada de los Hermanos Musulmanes se pudiera cerrar la puerta a ese tráfico. Ellos ya han avisado de que así lo harán y que Israel debería prepararse a una guerra con Egipto si llegan al poder. La amenaza ya está ahí, pero no hay más sordo que quien no quiere oír. Y eso le pasa a Occidente. Mientras tanto, Israel empieza a mover ficha y ha manifestado su apoyo al actual presidente egipcio.       
Juan María Piñero
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