Durante su estancia en el Palacio de La Moncloa, Felipe González le ganó muchas batallas a la Iglesia pero perdió la de la Festividad de la Inmaculada Concepción.
 
Consiguió, por ejemplo, por medio de normas propias o con la ayuda de las autonomías gobernadas por el PSOE y por la inopia habitual del Partido Popular y su empeño en centro-reformista, convertir a San José en día laboral, y al patrón de España, Santiago Apóstol. Consiguió que el Jueves Santo se convirtiera en un día laboral y, apoyado por el ambiente dominante, otras fiestas como el Corpus se trasladaron al domingo. Incluso hubo un intento de terminar con la Festividad de los Reyes Magos, pero ahí el comercio puso el grito en el Cielo. Algo similar a la presión permanente para cambiar la Fiesta Nacional del 12 de octubre al precitado 6 de diciembre. ¿Por qué? Porque el 12 de octubre nació para festejar al Virgen del Pilar, primera patrona de la hispanidad. Y claro, eso no puede ser.

Contra la festividad de la Inmaculada, 8 de diciembre, se arguyó todo, especialmente su cercanía con al aniversario de la aprobación en referéndum de la Constitución Española, dos días antes. Sin embargo, el pueblo que 500 años antes del dogma ya festejaba la Concepción sin mancha de Santa María, y corría a boinazos a los teólogos que osaban negarlo (el genial Vittorio Messori ha narrado esta jugosa historia con pelos y señales), se negó en redondo, y González tuvo que dar marcha atrás ante la más que previsible pérdida de votos que podría acarrearle.

La Inmaculada Concepción es, por decirlo pronto, el dogma español, repugnante nacionalismo teológico que sólo debe ser considerado en sentido figurado. Juan Pablo II siempre se refería a España como "la tierra de María" y ni Felipe González ni nadie ha logrado borrar ese amor por Santa María, amor recio, de los españoles, que con la lógica afilada del Quijote y el sentido común de Sancho, concluyen que la madre de Dios no podía haber venir al mundo con el pecado original que a todos nos atenaza y que hoy llamaríamos "tendencia a fastidiar".

Toda una derrota del poderoso y astuto Felipe González, que, sin duda, algo quiere decir.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com