Amancio Ortega: otros cinco años como consejero ejecutivo dominical y Pablo Isla, otros cinco años como CEO. Nace Zara on line y el Grupo se encamina hacia los 100.000 trabajadores

Junta General de accionistas de Inditex, allá en Arteixo (La Coruña). En la mañana del martes 13, la multinacional española que mejor está atravesando la crisis económica daba cuenta a sus accionistas, aunque el propietario del 64% del capital, el hombre más rico de España, no estaba presente. Le representa su esposa, Flora Pérez Marcote y ejerce de presidente el vicepresidente primero y consejero delegado, Pablo Isla.

En 2009, la facturación creció un 10% mientras Inditex se extendía por todo el mundo, figuran en los cinco continentes (74 países y camino de la tienda 5.000 y de los 100.000 trabajadores), se ha adentrado en India, Bulgaria y Kazajistán y se prepara Sudáfrica y Australia. Es, en verdad, la gran empresa global española.

Zara, como es conocida popularmente en todo el mundo, ha sido la empresa que ha realizado lo que Superlópez, el famoso López de Arriortúa, preconizaba, bajo el nombre de la tercera revolución industrial. Es decir, allá donde no mandan ni los accionistas, ni los directivos ni los sindicatos, sino el cliente, es decir, el espíritu mutual.  

En Inditex, en efecto manda el cliente. Es donde comienza el proceso. Con la información que generan las demandas de los clientes se diseñan los modelos. Un éxito sin duda, lo que demuestra que Amancio Ortega ha descubierto una nueva forma de hacer y que ha conseguido responder al gran enigma del marketing. ¿De verdad el cliente sabe lo que quiere? Al parecer, sí, porque Inditex es un éxito de gestión y nadie parece pararlo.

Y no menos exitoso es el código de conducta del fabricante. En plata, que los proveedores de todo el mundo a los que compra Zara no exploten a sus empleados. Inditex ha logrado éxitos en este punto: no puede obligar a pagar más, pero proveedores, sindicatos de los mismos e incluso los propios gobiernos donde está instalado, que no quieren perder las inversiones de Inditex.

Amancio Ortega es un señor al que no le gustan los banqueros pero tiene su reducido Consejo de administración repleto de banqueros. Ahí está Francisco Luzón, consejero también del Santander, Emilio Saracho, hombre traído por Pablo Isla, arquetipo del banquero de inversión español, desde Banif y JP Morgan o Juan Manuel Urgoiti, del Banco Gallego y Acciona, antaño consejero delegado del Banco de Vizcaya.

Respecto al Consejo, además de las recientes incorporaciones, hay que contar con la salida de Vázquez Mariño, un hombre que fuera director de Recursos Humanos de Deloitte y, atención, algo que ha sorprendido a todos: el secretario del Consejo, Antonio Abril Abadín, ha cesado como vocal, aunque mantiene el cargo de secretario del Consejo. Ha sorprendido por cuanto Abril era considerado unos los pilares del Grupo.

En definitiva, todo marcha estupendamente. Inditex es una multinacional española de éxito, verdaderamente global -quizás la única empresa española que pueda presumir de ello. Y para ser un monstruo trata de no explotar a los pobres más de lo necesario. O sea, que sólo tiene un problema, un único problema: la sucesión.

Amancio Ortega tiene 74 años. Quiere que sea su hija, Marta Ortega, quien le sustituya al frente de la empresa, pero Marta aún no está preparada (lleva tres años rotando por distintos puestos en Londres, Shanghai y Barcelona) y se supone que le quedan otros dos.

En pocas palabras, el asunto sigue siendo si el consejero delegado y piloto de la nave (Ortega trabaja en el taller de diseño, que es lo que le gusta), Pablo Isla, debe ocupar la Presidencia con Marta Ortega como vicepresidenta, en un esquema similar al de Esther Koplowitz en FCC. La otra opción, claro está, es la de Marta Ortega presidenta y Pablo Isla en categoría de primer ejecutivo pero en su actual cargo de vicepresidente y consejero delegado.

Por de pronto, la Junta de Accionistas del martes 13 ha ratificado a Amancio Ortega como consejero ejecutivo dominical -¡Qué complicado!- para otros cinco años, mientras Pablo Isla permanecerá como consejero delegado por ese mismo lapso: un lustro.

Es el drama de la empresa familiar: sin duda la mejor empresa, que siempre choca con el muro de la sucesión. Por lo demás, todo está en orden. Y la sede corporativa ni en Madrid ni en Barcelona. O sea, una gozada.

Novedad para septiembre: Nace Zara on line. La verdad es que la moda siempre se ha resistido a la venta por Internet, especialmente con la generación de metrosexuales que nos viene, pero es evidente que no se puede dejar ningún canal sin explotar.      

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com