Sr. Director:

Siento indignación, contra mí mismo, contra mis conciudadanos, por la sensación de no hacer lo que debía, por no haber luchado cuando debía o como debía, dejando que nuestra nación llegase a la situación actual de degradación y corrupción.

Siento indignación, contra los políticos, que habiendo alcanzado una situación privilegiada, en vez de ser servidores ejemplares, no correspondieron a la confianza que en ellos fue depositada, y se han aprovechado para servirse a ellos mismos en sus ambiciones de poder o económicas, pervirtiendo las leyes, actuando con prepotencia y abuso del poder, que en sus manos se puso. Y también a aquellos que con su silencio y aquiescencia han colaborado a que no se pusiera coto a esas ambiciones.

Siento indignación, contra la Justicia que no han sabido mantener su independencia, defenderla, y ser de verdad el tercer poder del Estado. Y se han constituido en Asociaciones (facciones, muy legítimas si se quiere), pero que debían haberse negado a ellos mismos, para no politizarse y no ser politizados; y así no haber aprobado Estatutos o leyes que han degradado la vida de la Nación. O permitir que se conculcase nuestra Carta Magna.

Siento indignación, contra los medios de comunicación, que en vez de utilizar la libertad de expresión, para ejercer una libertad de información veraz, sana y positiva; han permitido que se extienda la calumnia, la difamación, la maledicencia, y que se degrade la dignidad de las personas, exponiendo o pagando para que se expusieran, las miserias que desgraciadamente son inherentes con nuestra propia condición humana. Todo ello también en aras de una sagrada libertad de expresión, ídolo moderno de nuestro tiempo, y como consecuencia no ejercer la libertad, sino entrar en el  ejercicio del libertinaje.

Siento indignación, contra los analistas políticos, tertulianos, periodistas… que hablan y comentan lo sucedido con una persona, que hasta ayer era el Muy Honorable expresidente de Cataluña, dando todo tipo de razonamientos, asombrándose con razón y escarbando hasta ver donde llega la porquería de una corrupción que parece no tener límites. Pero no dan ni una idea, no van a la raíz del problema de la corrupción generalizada.

Siento indignación porque teníamos que haber expuesto ya, encima de la mesa, que si queremos empezar de verdad a corregir y luchar por la limpieza en la vida política y económica de nuestra nación, de poco valen leyes de transparencia o de buenos deseos de conductas. Hemos de empezar a exigir y conseguir:

1º.- La limitación de mandatos a dos legislaturas: del Presidente del Gobierno, de los Presidentes autonómicos, de los Alcaldes, y de los Presidentes de las Diputaciones. Sin posibilidad de volver a ser elegible.

No puede estar gobernando una persona  14, 16, 23 o 24… años, en un cargo de tanta responsabilidad. El resultado es el que estamos viendo y es obvio que no hace falta decir nombres de políticos o sindicalistas, que están en la mente de todos.

2º.- Las personas candidatas a esos puestos, una vez elegidas y confirmadas en los mismos, deberán dejar cualquier cargo que hasta ese momento ejerciesen en el partido al que pertenezcan.

Podría ser un buen comienzo, que nos daría indicios de que verdaderamente se quiere y se va a luchar por conseguir la regeneración de la vida política.

J. R. Pablos