Tiene el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, la tremenda fortuna de contar en la oposición a alguien tan poco capaz como la socialista Trinidad Jiménez o la comunista Inés Sabanés, ambas más amigas de oficiar matrimonios gays que de repasar las cifras.

Por eso, Gallardón, es el alcalde que más ha subido los impuestos a los madrileños durante toda la etapa democrática, y que más ha endeudado a la Corporación para el futuro (es decir, que los futuros empadronados seguirán pagando durante los próximos 25 años), a cambio, claro está de dejar huella como alcalde para poder seguir ascendiendo en su carrera política. No lo consiguió con las olimpiadas, pero ha puesto Madrid patas arriba para financiar el soterramiento de la carretera de circunvalación M-30. Lo importante es que en el año que precede a las elecciones municipales de 2007, Gallardón pueda inaugurar nuevos tramos de obra a razón de uno cada quince días. Por eso, los madrileños ya le han bautizado : Gallardón es El faraón.

Naturalmente, la contraprestación es el fuerte aumento de impuestos y tasas municipales. Cuando anunció una subida de impuestos, el entonces vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, le recordó que el programa del Partido Popular consistía en bajar impuestos, no en subirlos, pero para entonces el líder nominado, aunque no ejerciente, ya era Mariano Rajoy, y D. Mariano tuvo mucho gusto en abofetear a su gran competidor, Rato, apoyando con entusiasmo a Gallardón.

Y así llegamos al momento actual, en el que la incapacidad manifiesta de la oposición para exigirle cuentas al alcalde, y de paso para explicar esas cuentas a la ciudadanía, concluye en que el ciudadano no logre saber cuánto ha subido los gravámenes, especialmente el más importante de todos, el Impuesto sobre Bienes Inmuebles, conocido popularmente como contribución urbana: lo que paga todo hijo del vecino por tener un piso en propiedad, no por sus ingresos.

Pues bien, Gallardón se aprovecha del poco tino de la oposición hablando de subidas medias, ya de suyo importantes, y sin especial mención al progresivo aumento de la deuda y de las tasas municipales, sanciones de tráfico y precio del transporte público (aunque en este último punto sólo es el connivente de Esperanza Aguirre). Volviendo al IBI, los porcentajes medios no dicen nada, por lo que se hace necesario poner ejemplos concretos. Reparemos en un piso de tipo medio : 100 metros cuadrados en el distrito de la Latina, municipio de Madrid. Durante todo el periodo Álvarez del Manzano, el IBI subió según el IPC. Por el contrario, con Gallardón, que llega a la alcaldía en mayo de 2003, ya hace pagar en noviembre al propietario 210 euros. Un año después, el rejón sube hasta los 270 euros (un 22% en un año). Pero el asunto no acaba ahí. Hace un mes, a ese mismo propietario, Gallardón le sacaba por IBI 300 euros. Dicho de otra manera, en dos años, el IBI ha subido un 30%. Según el ayuntamiento, durante toda la legislatura el IBI se incrementaría una media del 25%.

Y lo más gracioso del caso es que bien podría suceder que todo este subidón de impuestos y toda esta locura en que ha convertido a la capital de España, pudiera no servirle para nada. Mariano Rajoy ya no le necesita, e incluso le teme, porque la ambición de Gallardón es muy clara: quiere ser Rajoy candidato del PP a la presidencia del Gobierno. Pues bien, Rajoy ya le ha dejado claro que su próximo reto es el mimo de ahora: volver a presentarse ala alcaldía de Madrid.