La historia es esta: Aerolíneas Argentinas solicitó en su día un crédito a Banesto para la adquisición de dos aviones. Banesto le exigió a Iberia que actuara como avalista, en el sentido de comprometerse a comprarle el rédito en caso de impago. Hubo impago, e Iberia compró el crédito.

Lo más gracioso del caso es que Aerolíneas Argentinas, hoy propiedad del grupo Marsans, es que Aerolíneas siempre ha reconocido la deuda con Iberia, sólo que no paga.

A partir de ahí, las reclamaciones judiciales comienzan. En octubre de 2002, un juez argentino ordena embargar las dos aeronaves que constituían la galanía. El asunto es complejo, porque se descubre que uno de los aparatos había sido canibalizado (es decir que se empleaba como piezas para otros aparatos). Aerolíneas logra salvar un nuevo embargo y el tiempo pasa. Al final, Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto, Exige a Iberia que le compre el crédito y este así lo hace: 42 millones de euros contra las provisiones, lo que figura en la memoria de Iberia correspondientes al ejercicio 2004

Pues bien, los servicios jurídicos de Iberia han dejado claro que no renuncian ni a un solo céntimo de ese dinero. La justicia argentina ya le ha dado la razón, por lo que no está dispuesto a aceptar quita alguna.