Ollanta Humala se impone en Perú, que no nos pase nada. Otro populista bolivariano al frente de un país que, con Alan García, ha salido del pozo negro donde se encontraba.

Sin duda, la economía iberoamericana que más ha mejorado y un hombre que tras un pasado lamentable como socialista en los años ochenta y noventa, se ha convertido en uno de los mejores presidentes que haya podido tener Perú. Cualquiera que aterrice en Lima hoy se da cuenta del cambio experimentado durante sus cinco años de adelanto. Y por cierto, Perú, le da otra lección al mundo porque es uno de los países -como Honduras- que no permite la reelección (al menos de forma inmediata), algo que haríamos bien en copiar en Europa en general y en España en particular. El poder permanente corrompe de forma permanente, tanto o más que el poder absoluto.

García, además, ha sido uno de los políticos iberoamericanos más respetuosos con los católicos, la fe mayoritaria del pueblo peruano desde que los españoles anduvimos por allí. También en esto su viraje resultó copernicano.

En una Cumbre Iberoamericana, García demostró su señorío cuando, en pleno discurso de Hugo Chávez, sobre los pérfidos gringos que pretenden quitarle el oro negro a los pobres hispanos, García le pregunto:

-Pero, ¿para qué quiere usted echar a los estadounidenses si usted les vende todo su petróleo a ellos?

Como hombre experimentado, García añadió: Es broma.

Y mientras los peruanos votaban, en Burgo de Osma, provincia de Soria, se beatificaba a Juan de Palafox, el navarro que fuera obispo de Puebla y apóstol de México. La Razón, no sin razón, ha titulado la ceremonia como la del hombre "que refutó la leyenda negra". Me gusta el concepto porque, en efecto, como la inmensa mayoría de los evangelizadores y colonizadores españoles, forzados éstos últimos por la influencia de la Iglesia y de la Corona -donde también influía la Iglesia-, hicieron una evangelización modélica, consistente en cristianizar aquellas tierras y proteger a los indígenas, a los que, desde Isabel la Católica, se debían considerar "hijos de Dios".

Lo digo porque el bolivarianismo (Chávez, Humala, Correa, Morales, Ortega, Lugo, etc.) venden una historia deformada donde los malos son los pérfidos colonialistas españoles. Es el pensamiento cultural imperante a pesar de que lo que distingue a la colonización española de la anglosajona es que éstos eliminaron a la población y se asentaron en su lugar, mientras los españoles crearon una raza mestiza, la raza hispana.

En plata, que, al igual que ocurre en España, regenerar Hispanoamérica supone recristianizar Hispanoamérica.

Con Humala, damos un paso atrás en el proceso.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com