Sr. Director:

Estos días se vuelve a hablar de conciliación de familia y trabajo, de trabajo dentro y fuera de casa... Y una vez más se encuentra uno con el término madres trabajadoras excluyendo a las decenas de miles de mujeres que desempeñan su labor en el hogar. Como si lo suyo fuera un trabajo de segunda o tercera categoría.

Entiendo que durante mucho tiempo un tipo de organización social impedía a las mujeres la libertad de recibir una formación y poder así cooperar al progreso de la sociedad también desde otros lugares socialmente más reconocidos. La falta de independencia económica era también causa de injusticias en el seno de algunos matrimonios.

Sin embargo, me cuesta entender por qué ese olvido de las mujeres que dedican lo mejor de su tiempo a la familia, por qué esa especie de intento de desprestigiar uno de los papeles más importantes de la sociedad. Al menos, desde estas líneas me gustaría realizar un homenaje a todas esas madres que con infinito amor y con absoluta libertad han elegido trabajar a tiempo completo en la educación y en el cuidado de sus hijos. Ellas son la primera Seguridad Social, y lo son con el plus insustituible del cariño.

Los que hemos tenido la suerte de poder contar con su compañía, aunque eso supusiera un mayor ahogo económico para la familia, somos conscientes de la huella que a través de sus hijos están dejando en el mundo. Una labor discreta pero de primera categoría. Ahora sólo falta el reconocimiento social y económico del sistema. Pero, quién clamará por sus derechos.

Agustín Alonso Gutiérrez

agusalgut@gmail.com