Antes le llamaban operación fuera de balance, y a los bancos se les acusaba de controlar una masa de dinero oculta en materia de fondos de inversión y fondos de pensiones. Ahora bien, el problema de los fondos es que hay que invertirlos en algo y entonces surgieron los fondos de capital-riesgo (o 'private-equity', que en español parece poca cosa).

El presidente del Banco Popular, Ángel Ron, calcula que esta banca en la sombra, los fondos, gestionan 71 billones de euros en el mundo. Es decir, como 71 españas, para entendernos.

Ron exige que se regulen los fondos igual que se regula la banca. Y no le falta razón: al fin y al cabo, los fondos, como los bancos, también administran depósitos de terceros. Y lo que es peor, los fondos no se comprometen con el crecimiento industrial. Es más, los fondos de capital-riesgo se dedican a desguazar empresas, los fondos de inversión a aprovecharse de las ventajas fiscales y los fondos de pensiones a engañar al aspirante a anciano rico.

Sí, esos bancos en la sombra o intermediarios financieros no bancarios deberían contar con una regulación aún más estricta que las de las entidades financieras. Pero es muy difícil controlarlos. La mayoría de ellos tiene su raíz última en paraísos fiscales. Y Estados Unidos y el mundo anglosajón no luchan contra los paraísos fiscales. De hecho constituyen una de sus armas favoritas.

Eulogio López

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