El desastre zapateril en política económica está eclipsando el resto de los desastres. Por ejemplo en política exterior.

El vergonzoso paseo del venezolano Hugo Chávez, seguido del periplo de Evo Morales, un personaje que aúna al mismo tiempo la exigencia, el insulto y la amenaza, está haciendo cada vez más respetado el nombre de España en el mundo. Los argentinos, siempre maliciosos, aseguran que el problema de Bolivia es que el intelecto de muchos naturales está genéticamente dañado por la coca.

Y ahora llega lo de Ángela Merkel y la planta de OPEL en Figueruelas (Zaragoza) donde nos jugamos 74.500 empleos en una decisión alemana, de la misma forma que nos jugamos 14.000 en SEAT con una decisión asimismo alemana. El ministro Sebastián asegura que cuanto más conoce del pacto entre el GM con el Gobierno alemán y el consorcio Magna, menos le gusta. ¿Qué esperaban? Los alemanes han puesto dinero encima de la mesa no para salvar puestos de trabajo en Figueruelas sino en Alemania. Y de poco sirve asegurar que Figueruelas es la planta más eficiente del consorcio: el que paga manda.

Pero hay más, con ese don de la oportunidad que le ha dotado la naturaleza, nuestro ZP considera que Merkel es una peligrosa reaccionaria germana. Para abrir boca, o sea, como todo un bocazas, aseguró en su día que la canciller había perdido las elecciones -un fracaso- y desde entonces Merkel no le ha perdonado. Ahora, los alemanes se toman la venganza de E.ON, cuya entrada vino propiciada por el eterno guerracivilismo español. Y así, ZP, para demostrar quién manda, cambió la privada alemana E.ON por la pública italiana ENEL.

A ZP le toman el pelo en Alemania, en Italia y en Francia. Nicolás Sarkozy se lo debe pasar pipa con la exhibición de la ingenuidad subpirenaica. Durante la última visita de nuestro estadista, le convenció de que los impuestos verdes eran el futuro y que convenía ponerlos en marcha a la mayor brevedad posible.

En cuanto oyó hablar de verdusconería, quiero decir, de gravámenes ecológicos, ZP se dio por aludido y se apresuró a aplaudir la iniciativa. Seguramente ya está ensayando en impuestos para las calefacciones en invierno y para los ventiladores en verano, además de las correspondientes sanciones para quienes respiren demasiado fuerte. Lo cierto es que los franceses tienen muchos intereses en promocionar la ecotasa, habida cuenta de que todo su modelo energético, y económico, se basa en la energía nuclear, que no emite CO2 (además de sostener toda su industria con energía barata). Cuanto más onerosa sea la ecotasa peor para la competitividad española y mejor para la francesa. Al final, después de haber enriquecido a todos los jetas -y a ricos por su casa- de la energía solar, como José Manuel Entrecanales o Luis Delso, etc., tendremos que comprar energía nuclear a los franceses so riego de que las industrias se deslocalicen y el desempleo se dispare. Pero no se apuren, los franceses nos la venderán con mucho gusto.

Esto poco importa. Lo que importa es si Juan Luis Cebrián puede o no puede terminar con ZP (no con la gobernanza del PSOE que es cosa bien distinta). Porque España, o sea, el Estado español, según la nomenclatura de Joan Laporta, vive en guerra permanente consigo mismo, en permanente guerra civil. Y los demás se aprovechan.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com