El botín de la saga de Harry Potter conduce a la elucubración: más de 400 millones de ejemplares lanzados en 65 idiomas, trocaron a la extraña J. K. Rowling en la duodécima mujer más opulenta de Gran Bretaña en tan sólo cinco lapsos de tiempo.

 

También J. K. Rowling penó una difícil depresión médica y pensó en el suicidio. Su paranoica enfermedad le suscitó el arquetipo de los Dementores, los cuerpos sin alma, que se exhiben en Harry Potter.

El presidente de la Asociación Internacional de Exorcistas, Gabriele Amorth, asevera que: Detrás de la fiebre de Harry Potter se esconde la firma del rey de la oscuridad, el diablo. Los libros contienen demasiadas referencias positivas a la magia y ésta siempre es un arte satánico. Realizan una falsa distinción entre magia blanca y magia negra, cuando esta distinción no existe, porque la magia siempre es demoníaca.

Amorth revela que en muchos casos de posesión maligna, suceden entre mortales que acuden a la magia blanca, juzgando que no es perversa y que no apela a las fuerzas del mal. Gabriele Amorth reprocha los valores exhibidos por  J. K. Rowling, en algunos de los libros de su saga, en los que engañar en provecho personal no está mal. Brutales las palabras del más destacado satanista Aleister Crowley: Hacer tu voluntad debe ser toda la ley

J. K. Rowling es una ejercitada en las artes alquimistas. En el liceo de Potter se practica una brujería que es real en sus pormenores. Muchas de las tareas relatadas son reales, pero al lector no se le explica que en el satanismo, muchos de los conjuros requieren la posesión diabólica personal del hechicero, para llevar a cabo el encantamiento.

En el universo real de los Muggles, Harry es desdichado y mezquino por el trato que recibe, y la única euforia es su mundo quimérico en Hogwarts, donde se puede pasar el tiempo y cultivarse con sus compañeros, hechiceros. Por el contrario, cada mortal del cosmos no-mágico de los Muggles esta caracterizado como majadero, y corporalmente asqueroso.

Harry Potter y sus compañeros se educan sistemáticamente en todos los meandros del auténtico satanista sin penar ningún sufrimiento. ¿Es éste el mensaje que desea que su hijo obtenga de los libros de Harry Potter?

Clemente Ferrer 

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