El anonimato que supone la comunicación por Internet entraña muchos peligros. No es extraño que el cine haya encontrado un filón con historias alrededor de la red de redes.

 

Hard Candy se inscribe dentro de esta dinámica. Es un thriller psicológico que gira alrededor de las relaciones que establecen menores con adultos a través de Internet. Los primeros suelen ser engañados por los segundos que, en muchas ocasiones, son pederastas

 

Hayle es una adolescente encantadora que se cita en un bar con Jeff, un joven fotógrafo de treinta y pocos años, que ha conocido a través de Internet. Hayle le sugiere una sesión de fotos y acaban en la casa del adulto. Pero una vez que atraviesan la puerta, los acontecimientos se precipitan de forma sorpresiva

 

Aunque se ha vendido como una historia muy original, lo cierto es que Hard candy recuerda mucho, tanto en su temática como en su desarrollo, el angustioso drama de Roman Polansky La muerte y la doncella, porque en ambas se plantea al espectador el mismo debate: la licitud de cualquier tipo de venganza, aunque el acusado lo merezca.

 

Siguiendo con las impertinentes similitudes, el director de Hard Candy, el debutante David Slade, también imita a Polansky en un tema: ese juego de gato y ratón tiene como objetivo provocar en el espectador cierta confusión. Es decir, Slade pretendía que el que contemplase la violencia de la historia no tuviera claro por quién sentía más repudio : por la inocente chica convertida en cruel verdugo o por el presunto pederasta que es torturado de forma salvaje, física y psicológicamente.

 

Eso sí, la película resulta ágil a pesar desarrollarse casi todo su tiempo en un solo escenario (la casa del fotógrafo) y de poseer un metraje excesivamente largo.

 

Por cierto, el título que preside este comentario, Caperucita feroz hace alusión a que la jovencita viste, y no es casualidad, una caperuza de color rojo

 

Para: Adultos a los que les gusten los debates sobre si es lícito hacer justicia al margen de la ley