Sr. Director:

No puedo estar más de acuerdo con la Sra. Sroczynska y con usted: hay algo de demoníaco que se extiende por nuestra sociedad con las celebraciones importadas y paganas de halloween, que quieren dejar sin sentido la celebración de Todos los Santos y el orar por los Fieles Difuntos.

El rezar por los difuntos es una buena obra de misericordia, bien reflejada en una lápida del cementerio de Alcalá de Henares: "Un Padrenuestro piadoso pido que reces por mí: como te ves yo me vi, como me ves, te verás; entonces agradecerás que también recen por ti". Y el banalizar la muerte, cómo quería el otro día un artículo periodístico, no es algo que libere de miedos sino algo que llena de frivolidad la vida de los adultos y de los jóvenes: "todo da igual, para que ser sensato".

La idea de sabernos mortales -sin agobios pero con seriedad- ayuda a llevar la vida de forma adecuada y a relativizar penas y glorias propias y ajenas. Vale el viejo aforismo, "Sicut vita, mortis ita". Porque al final, no todo es igual por que "al final de la vida seremos examinados en el amor".

Hace unos días lo comentaba en familia: esta fiesta, celebrada en pagano, es lo oscuro, lo que pertenece a la condenación y no a la alegría del salvado, el gusto por lo horroroso y el horror y no el pacífico respeto que infunde la muerte en la vida cristiana y la unión, en la Comunión de los Santos, de los que ya murieron y los que estamos, sencillamente, en camino. Simplemente produce horror que tantos, frívolamente, la celebren así. ¿Hacia dónde van si Dios no lo remedia?

Eduardo Pérez

eperezh@cdlmadrid.org