Los obispos el país más poblado de Centroamérica, Guatemala, se han visto obligados a recordar que contra la pobreza los anticonceptivos sirven de poco. El Imperio de la Muerte siempre plantea la misma ecuación: para acabar con el hambre, lo mejor es matar a los hambrientos, especialmente a los hambrientos potenciales de mañana, los no nacidos, los que no protestarán.

Y  el argumento es ciertamente incontestable: muerto el hambriento, muerta el hambre; eliminado el miserable, eliminada la miseria. Lo cuenta Zenit.