Sr. Director:

Es pequeñita de talla, hablando en parámetros de altura y peso, sin embargo es de una talla humana más que grande, enorme. He tenido el placer de ver, escuchar  y poder saludar a esta gran mujer en el acto de entrega de los premios que la plataforma ciudadana Hazteoir.org concede anualmente a personas que destacan en cualquiera de los ámbitos de nuestra sociedad, y en el que a Gotzone Mora se le entregó  el premio Sociedad Civil. Fue así mismo un disfrute poder escuchar al resto de los premiados, César Vidal, Julio Ariza y José Iribas, pero las palabras de Gotzone Mora calaron muy hondo en el corazón de los cientos de personas que allí habíamos. El auditorio puesto en pie y con fuertes aplausos durante varios minutos fue el saludo inicial tras la presentación que el conductor del acto hizo de ella y lo mismo se repitió pero todavía con mas intensidad tras escuchar las palabras que nos dirigió.

Esta Profesora de la Universidad del País Vasco, miembro del PSOE e integrante del Foro de Ermua, con su vida amenazada desde hace tiempo, sigue siendo un bastión y un referente en la Universidad del País Vasco de lo que significan  palabras como derecho a la vida, libertad, dignidad humana. Después de escuchar a esta gran mujer, vasca y española, llego a la conclusión de que en nuestra sociedad todavía impera la Ley del Silencio, la manipulación de la información, que hace que la inmensa mayoría no sepamos lo que verdaderamente se cuece en el seno de la Universidad Vasca, llena de jóvenes que serán los hombres y mujeres del futuro. No sabemos que muchos de  estos jóvenes la apoyan y escriben dando ánimo, pidiendo, rogando que no flaquee, que no les deje, que no se vaya como han hecho  más de cincuenta Profesores que no han podido resistir las amenazas, el tipo de vida y de ideas que se les quiere imponer.

Estos jóvenes le escriben dando su calor y su cariño reconociendo lo que ella significa, y le transmiten y muestran su llanto por no poder ser tan valientes como ella, por tener tanto miedo que no son capaces de rubricar los escritos que le dirigen y si alguien tiene el suficiente valor de hacerlo, le ruega que lo mantenga siempre en el anonimato. Estos jóvenes llenos de miedo que le llaman cariñosamente su torera se sienten mal por no tener el valor necesario para manifestar y expresar lo que verdaderamente sienten.

¿Qué pasa en el País Vasco para que la Juventud sinónimo de fuerza, entrega, solidaridad, gallardía, empuje, dinamismo, vitalidad, etc. se muestre apocada, callada y reconozca tener miedo? Pues sucede que se nos enseñó y leyó uno de los habituales panfletos que se distribuyen por la Universidad y que, como es imposible transcribir aquí, se sintetiza su contenido en dos palabras: ODIO con mayúsculas y AMENAZAS. Y yo me pregunto cómo es posible que en una sociedad democrática, supuestamente civilizada y libre se llegue a situaciones como ésta.

Desde la lejanía de otras tierras de España donde nos duele lo que a ustedes les ocurre, espero que pueda llegarle nuestra profunda admiración, respeto y ánimo para que siga siendo un bastión y ejemplo en la defensa de palabras tan importantes como derecho a la vida, libertad y dignidad humana.

Margarita Girona Hernández

margagir@terra.es