La semana económica comienza sin influencias externas, sobre todo porque el ECOFIN reunido en Madrid no sirvió absolutamente para nada.

Esto siempre es una ventaja. En España, bancos y cajas de ahorros han soportado el vendaval mucho mejor que británicos, alemanes o franceses o suizos, que han necesitado el apoyo del dinero público para no quebrar. Además, el pecado español no es la especulación sino el apalancamiento, la tendencia a endeudarse y a comprar empresas a crédito, a ser posible para dar el pelotazo. De resultas, los bancos españoles se han dedicado a financiar a quienes, como Florentino Pérez, compran empresas en lugar de crear puestos de trabajo. Pero, eso sí, no han sufrido crisis.

Así que resulta un poco ridículo que, a los ministros de Finanzas de Eurolandia, reunidos en Madrid, no se les ocurra otra cosa que advertir a los bancos que sean buenos porque el dinero público no va a financiar todas las pérdidas de sus aventuras especulativas o, como se llama ahora por no mencionar la palabra tabú -especulación- el dinero público no va a financiar las actividades bancarias socialmente inútiles.

Y tan solemne postura la define, ojo al dato, la vicepresidenta económica del Gobierno español. Es decir, cuando toda Europa ya ha malgastado el dinero público cubriendo la estupidez de los bancos especuladores, cuando los bancos españoles no nos han costado ni un duro a los españoles, es cuando nuestra ministra, ejerciendo de responsable económica de Europa se pone, dura. Pero hombre, señora Salgado, si es justamente ahora cuando la obsesión por convertir a las cajas de ahorros en bancos puede provocar que sí se necesiten fondos públicos para sanear bancos.

Los españoles, como siempre, los más listos de la clase, es decir, los más tontos.

¿Quieren pruebas? La de Goldman Sachs. ¿El fraude del banco de inversión americano fue especulación? No, no lo fue, pero fue más posible gracias a que la estafa se vehiculó a través de un producto claramente especulativo: emisiones de hipotecas basura. Porque de la codicia especulativa a la estafa financiera existe la misma distancia que media entre una inmoralidad legal y otra ilegal: el salto de una hormiga.

Eso sí, doña Elena Salgado se dispone a ser dura con las cajas de ahorros españolas. Más dura que cualquiera de sus colegas europeos.

¡País de idiotas!

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com