La diplomacia de la cobardía nos conduce al desastre. Zapatero se arruga y Londres se aprovecha

Zapatero es fuerte con el débil con los españoles que estamos bajo su mando- y débil con el fuerte los no españoles. Su cobardía provoca bochorno entre cualquier bien nacido pero, además, hace que a España se le tome el pelo de Londres a Rabat. Sus cesiones externas, que alcanzan al nivel de la repugnancia, ante el tiranuelo Mohamed VI acerca de Ceuta y Melilla, y sus cesiones internas ante el islamismo radical que se ha aposentado en España con insuperable arrogancia, se ven ahora acompañadas por sus cesiones ante un personaje ramplón como el ministro principal, Peter Caruana.

La diplomacia de la cobardía, de la que el canciller Miguel Ángel Moratinos con razón conocidos como el canciller Desatinos- se ha convertido en un verdadero paradigma de esta diplomacia de la cobardía. Cedió donde no podía ceder en cuestión de soberanía sobre la roca y la cosa ha acabado en que Caruana exige aguas internacionales bajo la protección de la Royal Navy, para un roca y en la que policías gibraltareños violan la frontera española y entran en un domicilio particular (sí, en territorio español) para perseguir un presunto robo presuntamente realizado en la roca de los monos.

Cuando has cedido tanto tienes que avanzar mucho. Para contrarrestar la diplomacia de la cobardía estás obligado a avanzar mucho en sentido opuesto. Por eso, tras tantas cesiones ante Londres y ante el espantapájaros de Caruana, la única respuesta posible es cerrar la verja a cal y canto, incomunicar Gibraltar y si es caso, denunciar el acuerdo de Cielos abiertos. Todo muy necesario para que el peñasco  deje de ser un paraíso fiscal para banqueros sin escrúpulos (por ejemplo, algunos españoles) y un paso franco para delincuentes y narcotraficantes.

Eulogio López

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