• La compañía estatal rusa se justifica por el "impago crónico de la ucraniana Naftogaz", pero trasmite que no afecta para nada a Europa.
  • El corte de suministro inquieta en Europa y reabre el debate sobre la dependencia del gas ruso.
  • Y es ahí donde entra España: cuenta con dos gasoductos para transportar gas argelino y con seis plantas regasificadoras.
  • Es la opción que ha defendido Rajoy en Europa, que implica vencer las reticencias del Elíseo y pública francesa Suez.
  • Sería la oportunidad para Enagás y para la capacidad de intermediación y abastecimiento de empresas españolas como GNF o Iberdrola.

Cualquier gesto o medida que tenga que ver con el gas ruso, y su constante presión a Ucrania con el suministro, navega en paralelo a dos cuestiones inevitables: la dependencia europea del gas ruso -que entra, sale y vuelve a entrar en el debate con inevitable tenacidad-, y la oportunidad para España como alternativa más segura en el suministro. Ayer, domingo, Gazprom, la compañía gasística estatal rusa, cumplió su amenaza con Kiev y decidió una reducción del suministro tras exigirle el pago por adelantado de la deuda que acumula.

En los argumentos de Gazprom hay también dos realidades paralelas: Ucrania y Europa. Me explico. Respecto a lo primero dice que ha tomado esa decisión "por el impago crónico de la ucraniana Naftogaz". La deuda vencida de gas ruso suma ya 3.280 millones de euros, una cuarta parte correspondiente a noviembre y diciembre de 2013 y el resto a abril y mayo de este año. Paralelamente, como digo, la estatal rusa deja claro que seguirá suministrando gas a Europa "a volumen máximo". Y aquí llegan las dudas: ese suministro atraviesa por Ucrania, de la mano de su compañía estatal a Naftogaz, la misma a la que le cortado el suministro Gazprom. "Naftogaz debe darle tránsito", dice Gazprom. Y ese mismo sentido, el ministro ucraniano de Energía, Yuri Prodan, promete tranquilidad a los clientes europeos.

Hispanidad ha consultado a expertos gasistas españolas sobre si el gesto ruso beneficia indirectamente a España. Y es obvio que teóricamente sí, aunque en la actualidad es muy difícil por la ausencia de conexiones. Cualquier decisión en este sentido necesitaría estudios del terreno y creación de las necesarias y costosas infraestructuras. No sería, en definitiva, un proyecto a corto plazo sino que tardaría años.

Ahora bien, la realidad es que el tubo de Gazprom muere en Centroeuropa, lo que da ventajas a la alternativa española. Rajoy, de hecho, puso recientemente sobre la mesa en Europa la capacidad de suministro de gas argelino desde España. Téngase en cuenta que España dispone de dos gasoductos, especialmente el Medgaz, infrautilizado, y hasta seis plantas regasificadoras con conexiones internacionales, casi tantas como el resto de Europa.

La opción defendida por Rajoy implica vencer las reticencias francesas para que España sustituya a Francia: el Elíseo y la empresa pública Suez siempre ha soñado con convertirse en el gran distribuidor de gas en la Unión Europea y en el nexo de unión entre el gas ruso y el argelino. Todo ello en detrimento de España, claro está. La batalla será larga.

En cualquier caso, la conexión con Europa sería una oportunidad para Enagás y para la capacidad de intermediación y abastecimiento de empresas españolas como Gas Natural Fenosa o Iberdrola.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com