El magistrado compareció ante el juez por el presunto soborno del Santander durante su estancia en la Universidad de Nueva York

 

El problema de Garzón es que no está imputado por una causa, sino por tres. La más avanzada es la de Franquismo, pero en la mañana del jueves 15 se le interroga por esta segunda razón: los presuntos sobornos que habría recibido de Emilio Botín (aún le queda una tercera: las escuchas entre imputados de Gürtel y sus abogados) para que pagarle su clases en la Universidad de Nueva York.

Nada tendría de particular que el banquero patrocinara una cátedra dirigida por Garzón sino fuera porque éste archivó el recurso presentado por el abogado Pérez Escolar, ya fallecido, contra la intervención de Banesto, que acabó en manos de Garzón.

Ahora bien, si nos fijamos en la Causa de la Guerra Civil, el asunto marcha viento en popa para el magistrado-estrella. Una especie de Ché Guevara que acabará por conseguir lo que tanto anhela ZP: ganar la Guerra Civil del siglo XX, aunque sea en el siglo XXI. Por decirlo de otra forma, es el rey de los antifascistas, azote de la derecha, una mezcla de Indalecio Prieto, Largo Caballero y Manuel Azaña, todo en uno.

Ahora bien, imagínense que fuera condenado por aceptar sobornos del Emilio Botín -buen nombre para un banquero- el hombre más rico de España, a quien la mitad de los españoles imaginan ataviado con bombín y al que consideran el arquetipo del capitalismo español. Toda la imagen de Garzón como nuevo líder de la izquierda, quedaría en entredicho.

Eulogio López

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