La presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez, sostiene que el informe conocido este miércoles es una manipulación del dictamen inicial para salvar la decisión del Gobierno. A pesar de eso, Domínguez confiesa a Hispanidad que puede haber renovación. La batalla por Garoña condiciona el escenario político español

Zapatero podría estar preparando el terreno para dar marcha atrás en su intención inicial de cerrar Garoña. A pesar de su empeño, las presiones dentro del Gobierno y del PSOE podrían estar haciendo recapacitar al presidente. Sus palabras en el Congreso este miércoles afirmando que todos los días piensa en Garoña indican que, como mínimo, no tiene clara su decisión.

El informe difundido por el Consejo de Seguridad Nuclear este miércoles daría cobertura al Ejecutivo marcando las condiciones que cada extensión de la prórroga exigiría a Garoña. La presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez, recordó que el informe técnico y oficial es el emitido el pasado 5 de junio por el CSN, por lo que la información sobre los plazos es el resultado de una manipulación del dictamen. En conversación con Hispanidad, Domínguez reconocía que el Gobierno no tendrá más remedio que prorrogar el funcionamiento de la central burgalesa. Domínguez criticó también la falsedad de los datos que se están lanzando desde el Ejecutivo, por ejemplo, cuando se dice que se está construyendo una central nuclear en el mundo mientras que el número de centrales en construcción es de 50. Además, la actitud del Gobierno es desconcertante y desafiante: "Queremos un Gobierno que se preocupe de la sociedad, no un Gobierno que sólo se preocupe de sus votos".

Así se expresó la presidenta del Foro Nuclear en la presentación del canadiense Patrick Moore, co-fundador de Green Peace, alejado ahora de la organización ecologista y favorable a la energía nuclear. Moore, que iniciaba su discurso reconociendo el error inicial del ecologismo de haber mezclado energía nuclear con armamento nuclear, apoyaba las palabras de de Teresa Domínguez advirtiendo que la única excepción a la seguridad nuclear es Chernobil, fruto de una mala manipulación de la URSS, que quiso sacar partido militar a la central. Moore criticó el fanatismo nuclear y señaló que está guiado por intereses políticos, y nunca técnicos. Tras sus palabras se insinuaba que el movimiento anti-nuclear responde a intereses ajenos a la seguridad que han utilizado el miedo como herramienta de disuasión.

Más aún, según señaló Patrick Moore, en caso de cerrarse la central, España sería el único país del mundo que llevaría a cabo políticas contra una energía que es segura y que tiene capacidad para sustituir al combustible fósil sin contaminar. Respecto a las energías alternativas, dos preguntas le bastan a Moore: ¿Qué pasa en los días sin viento, cuando más calor hace y más electricidad consumimos? ¿Qué pasa cuando es de noche o cuando está nublado? Por eso, se está produciendo en el mundo un resurgir de la energía nuclear en el que España se está quedando fuera.

Vistos estos argumentos, no es de extrañar que el cierre de Garoña esté siendo el punto de atención de la política española estos días. Resta apoyos entre la vieja guardia hasta el punto de que el ex presidente del gobierno Felipe González piensa ya en buscarle un sustituto a Zapatero. Almunia, Solchaga, Solana han señalado la gravedad de dejar España sin centrales nucleares. La patronal habla abiertamente a favor, los sindicatos han hecho del asunto casi el único punto de oposición al Gobierno. En el seno Ejecutivo, Sebastián es conocido por sus posturas pro nucleares. Demasiadas presiones para Zapatero en un tiempo en el que no sobra energía, ni puestos de trabajo: Garoña da empleo a 1.000 personas y podría generar en los próximos diez años 38.000 millones de KWh.