Dos días después de que De la Vega lo negara

 

La vicepresidenta hablaba el viernes de solidez en la postura dentro del Gobierno y del socialismo. La ministra habla  de inquietudes dentro del socialismo.

Si ya lo dice el dicho casa con dos puertas, difícil es de guardar. Pues imagínense con 100 ó 200 o muchas más. Eso es lo que sucede estos últimos días en las filas del partido socialista. Se quieren tapar agujeros por donde sale contestación, discrepancia o desencantos, y por mucho que se intenta tapar el escape, aparece otro por la otra esquina de la casa y se puede ver a los trabajadores del barco corriendo de un lado a otro intentando tapar grietas para que el barco siga a flote.

El jueves era el presidente de Castilla-La Mancha el que salía a la palestra afirmando que o el PSOE cambiaba de rumbo o iban al desastre, aunque esa misma mañana la vicepresidenta De la Vega defendía el activo de Zapatero al frente del Gobierno, así como la solidez de esa postura en todo el Gobierno y todo el socialismo.

Sin embargo, al día siguiente, pese a dar a entender que una mala interpretación desvirtuó sus palabras, reiteró sus críticas. Pero si además de eso se hace caso a las palabras del presidente de la comunidad aragonesa, Marcelino Iglesias, que afirmó que el socialismo está en convulsión y que el partido ha dado sensación de división, parece que las grietas son notables. Pero no sólo desde otras comunidades se dirigen veladas críticas. Esta vez ha sido un miembro del Gobierno, la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, la que ha vuelto a poner en entredicho la afirmación de la vicepresidenta sobre la unidad.

Ella ha afirmado que las reformas económicas que ha emprendido el Ejecutivo generan discrepancias e inquietudes dentro de las propias filas socialistas. El siguiente paso será que algún miembro del partido contradiga a la ministra para cerrar filas.

De esta manera, el cuento del nunca acabar de la dictadura del pensamiento único, por la cual nadie puede decir nada que vaya contra las líneas generales del partido. Lo que está claro es que el partido socialista es una piedra monolítica; eso sí, que nadie toque nada que es muy frágil.

Juan María Piñero

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