¿Qué opina Ud. de las obras?, le preguntaban esta mañana al presidente de la FEMP, Heliodoro Gallego. Su respuesta fue muy clara: obras son amores y no buenas razones. Por supuesto, todas las miradas estaban clavadas en Gallardón, que actuó de telonero. El alcalde de Madrid sonrío primero para enrojecer después. La timidez, la dichosa timidez.

Es que Gallego fue más allá. Además de señalar que las obras son necesarias porque las ciudades son un permanente proyecto inacabado, le roció de esperanza a Gallardón afirmando que la gente tiene una memoria muy frágil y se le termina olvidando lo mal que lo pasaron con las obras cuando estas están terminadas. La memoria es olvidadiza. Gallardón sonríe, quizás soñando el momento en el que le aplaudan las obras que hoy los madrileños censuran.