Desde que se conoció que el próximo 19 de septiembre, Pepe Rubianes iba a representar en el Teatro Español Lorca somos todos, el ambiente se había empezado a caldear. Todo el mundo recordaba que Rubianes fue el rufián que el TV3 se permitió insultar gravemente a los españoles deseando que les explotaran los cojones a los españolistas (sic).

La paradoja consistía en que el gran alcalde de Madrid hubiera tenido la osadía de invitarle nada menos que al Teatro Español. Así que muchos españoles de bien se disponían a recibir a Rubianes como se merecía. Varias manifestaciones se habían convocado en paralelo para responder a la afrenta. La más inteligente consistía en proyectar en la puerta del Teatro Español las democráticas y tolerantes palabras del actor antiespañolista. O sea, que iba a haber follón.

Y Gallardón, el muy valiente, se ha echado para atrás. No quiere tener una mala imagen a pocos meses de las elecciones. No está para asumir riesgos. Así que ha decidido suspender la representación. Algunos han vendido que ha sido el propio Rubianes quien se ha echado para atrás. Pero no es cierto. El propio Rubianes confirma que ha sido Gallardón quien practicó el coitus interruptus de la progresía. Una buena muestra de que la presión de la calle tiene eficacia.