No te escondas, Miguel, que no es propio de ti ni la cobardía ni la indolencia. ¿Qué es eso de mandar al pobre Pedro Pablo Villasante a lidiar con la prensa (mañana del lunes 15, en la madrileña APM) en lugar de dar la cara, justo ahora cuando llega el Plan de Recapitalización bancaria?

No es propio de un presidente de la patronal bancaria, el gobernador del Banco de España, del hombre que se enfrentó a Mario Conde y atajó la intervención de Banesto.

Porque, además, Pedro Pablo sólo ha aportado un consejo al Gobierno: que se utilice el dinero público no para cerrar bancos o cajas sino para fusionarlos.

Pues no, mire usted. Eso de arreglar dos bancos que van mal casando al sidoso con el sifilítico no es una buena idea económica. Sólo funciona en los matrimonios. Mi padre, que era castellano con retranca, siempre que era informado de la boda entre dos cretinos -perdón un cretino y una cretina- aprobaba el proyecto: Mejor que se estropee un matrimonio que no dos. Pero este postulado no funciona cuando hablamos de dinero: fusionas dos bancos para intentar arreglar dos problemas y te surgen tres quebraderos de cabeza.

Que no don Pablo, que no don Miguel: que el dinero público está para proteger al ahorrador, no a las entidades. Cuando surgió la crisis, el Gobierno ZP hizo bien -no hizo nada más bien, es cierto, salvo esto- en asegurar los depósitos de los particulares hasta los 100.000 euros. Ahí se tenían que terminar todas las ayudas de los gobiernos a los bancos. Ni uno más, oiga usted.

¿Fusiones? ¿Para qué? Insisto, las cajas no han quebrado por ser cajas sino por jugar a ser bancos, en concreto bancos de inversión que juegan a operaciones especulativas y apalancadas. Por tanto, dejemos el dinero público tranquilo y utilicemos, única y exclusivamente, en que los ahorradores -he dicho ahorradores, no inversores- no pierdan su dinero. Todo lo que exceda de ahí es premiar al especulador, por lo que éste volverá a las andadas en un lapso breve, muy breve.

¿Y el banco o la caja de ahorros que no aguante? Pues que quiebre. Lo único bueno que hicieron George Bush y Barack Obama cuando estalló la crisis fue dejar quebrar a Lehman Brothers.

Eulogio López

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