Las cifras que publicamos hoy sobre la mala situación de las cajas en proceso de fusión real, virtual, o proyectado, son tan interesadas como todas las que circulan actualmente.

Los bancos están en guerra y el Banco de España también: no soportan que hay otros agentes económicos al lado de las cajas de ahorros. Tampoco soportan lo pequeño: sólo admiten entidades financieras monstruosas, que son, por ejemplo, las que estaban quebrabas en Estados Unidos pero a las que no se han dejado caer. Vamos, que se han salvado con dinero público.

De entrada hay que decir que la naturaleza jurídica mutual de las cajas de ahorros no es la culpable del desastre. Los bancos de inversión y los fondos de inversión que han provocado la crisis con su locura especulativa no eran cajas: eran sociedades anónimas. Precisamente, las cajas han entrado en crisis cuando han comenzado a comportarse como bancos.

Y eso está unido al tamaño: ¿Lo grande es más eficaz que lo pequeño? Todo lo contrario: lo grande es ingobernable. Especialmente cuando trabaja, como los bancos, con dinero de los demás. Entonces resulta aún menos gobernable y se presta más al fraude.

Las grandes sociedades anónimas son un atentado contra la propiedad privada, por la sentencia la razón de que es una propiedad privada fiduciaria: en las multinacionales, en los grandes bancos -lo que quiere el Banco de España-: los que mandan son los gestores.

En suma, las fusiones no son una solución al problema la cajas de ahorros. Si una caja de ahorros está quebrada lo que hay que hacer es dejarla quebrar y proteger al ahorrador, no fusionarla ni modificar su naturaleza jurídica.

Por lo demás, parece que nos toman a todos por idiotas: ¿Fusiones virtuales? Una fusión virtual no es más que la trasformación paulatina de una caja en un banco, como se ha demostrado en el caso de Cajastur y la CCM.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com