Sr. Director:

El pasado miércoles, por la noche, una conocida cadena de televisión privada retransmitía un reportaje sobre la situación que viven las víctimas de la barbarie etarra en la Comunidad  Vasca. Sin entrar a valorar la calidad del reportaje, y en lo que pudiera tener de carnaza o no, sí es cierto que se pudo observar como familiares y amigos de víctimas de ETA continúan sufriendo un terrorífico día a día, repleto de amenazas, insultos y agresiones. En paralelo, mientras unos sufren la pérdida de familiares queridos, distinguidos etarras expresaban su no-arrepentimiento por las acciones perpetradas. ¿Llegaremos al punto de que nos den pena y lástima los pobres asesinos?

Casualmente, el jueves por la mañana, nos enteramos a través de los medios de comunicación que el Fiscal General del Estado, señor Conde Pumpido, cesa de una manera fulminante al Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional, señor Fungairiño. El que esto escribe, que no hace muchas horas veía a Pilar Elías llorar sonriendo ante el acoso nacionalista, se extraña de esa decapitación tan inmediato. Por lo visto, la paciencia de Conde Pumpido tiene un límite. Claro. Y yo me pregunto si se tratará del mismo límite que tiene la paciencia abertzale. Lo digo, ni más ni menos, porque da la casualidad que se ha destituido a una de las personas que más activamente, desde su responsabilidad como miembro del Poder Judicial, ha luchado en la guerra contra el terrorismo, y no solo el etarra sin también, por ejemplo, el del GAL (terrorismo financiado con las arcas públicas, por cierto). El señor Fungairiño deja su cargo como Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional con la cabeza muy alta y con la satisfacción del deber cumplido. El señor Fungairiño, no obstante, debe saber lo que pensamos millones de españoles y es que se trata de un nuevo precio que el Presidente Zapatero paga a la izquierda terrorista abertzale  por un abandono de las armas. El Fiscal Fungairiño es una persona molesta en la negociación que con los asesinos de la ETA está llevando a cabo el Gobierno. Conde Pumpido lo sabe muy bien y se lo ha quitado del medio.

Estoy seguro que la destitución de Fungairiño como Fiscal Jefe de la Audiencia Nacional es un motivo más de tristeza para Pilar Elías, del mismo modo, también lo estoy de que es un día igualmente triste para millones de españoles que amamos la libertad y apostamos por la independencia del Poder Judicial. ¿La paciencia tiene un límite? Posiblemente. Lo que no tiene límites es la ambición de algunos por el poder a toda costa. En medio de esta debacle nacional, Fungairiño es, ni más ni menos, una nueva víctima.

Juan Pablo López

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