Mientras la calidad del servicio ferroviario se deteriora por minutos, el gobierno promueve un nuevo contrato-programa con RENFE que le permitirá invertir cerca de 6.000 millones hasta el 2010, fecha en la que se supone que la compañía alcanzaría la rentabilidad empresarial en un mercado que a partir de esa fecha estará plenamente liberalizado. El Estado aportará 2.140 millones de euros para ese programa inversor.

 Se garantizará la seguridad y calidad de los servicios públicos prestados por la operadora en el transporte de Cercanías y Media Distancia, señala la titular de Fomento, Magdalena Álvarez. La realidad es que RENFE no presta atención a todo lo que no sea Cercanías y AVE y que la calidad del servicio se ha visto seriamente deteriorada. ¿La razón? Lo de siempre. Los sindicatos denuncian que con la excusa de la liberalización, la compañía está drenando trabajadores cualificados y experimentados sustituyéndoles por becarios sin experiencia. El resultado es un servicio cada vez peor.

Y recemos para que no haya una desgracia. Según el contrato-programa, la tasa riesgo admisible, medida en número de accidentes por millón de kilómetros recorridos por los trenes, pasará de 0,072 en 2006 a 0'026 (la tercera parte) en 2010.

La consecución de este objetivo será el resultado de una nueva estrategia de gestión empresarial y del esfuerzo inversor que la empresa (compra de nuevo material) y el Estado (construcción de nuevas infraestructuras) están realizando, señala Fomento. Pero de lo que no se sabe nada es de esa gestión empresarial, porque el presidente de RENFE, José Salgueiro, permanece en un perfil bajo informativo. Salgueiro como su jefa, Mandatela, se merece también un premio secante de la APIE a su opacidad informativa.