En las calles de cierta zona de los suburbios madrileña ha surgido una pintada de las realizadas con molde, con aparataje técnico. Dice así: Floristería Mateo Morral. Díselo con flores. Es decir, que ya contamos con un grafitero culto, instruido, erudito. Como todo el mundo sabe, Mateo Morral era una anarquista catalán que, en la Calle Mayor de Madrid, casi frente por frente al Palacio Real, lanzó una bomba oculta en un ramo de flores contra la carroza nupcial que traía a Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, que minutos antes habían contraído matrimonio. Pero, como siempre ocurre con los anarquistas, provocaron la muerte de quienes no pretendían, mientras el objetivo salía indemne.

A pesar de estas pintadas que nadie osa retirar, los españoles siguen siendo mayoritariamente monárquicos, porque la historia pesa mucho. Para bien o para mal, no resulta fácil empezar de cero. El niño es el padre del hombre y el hombre prisionero de sus ancestros. Por eso, el sexuagésimo aniversario de la II República no ha dado para mucho, a pesar de que los medios informativos más importantes, así como buena parte de la clase política están por el régimen republicano y afirman añorar la II República.

Ahora bien, la II República Española no supuso un cambio de régimen, sino una inmoralidad. Este es el problema.

En teoría, uno es republicano. Parece lógico que el poder, aunque sea el poder moderador, sea ejercido por quien para ello ha sido votado por el pueblo, no por quien su único mérito consiste en haber nacido. En el caso español, la monarquía siempre ha sido nuestra forma de Gobierno, y cuenta con más de 1.000 años de antigüedad. Es una tradición, a veces gloriosa, a veces miserable, pero con un balance positivo. Naturalmente los actuales monarcas no tienen mucho que ver con los Reyes Católicos, Carlos I o Felipe II, por decir algo, ni tampoco con un Felipe V, probablemente el monarca Borbón más digno con el que hay contado España.

Ahora bien, siendo cierto eso, me temo que en España hay pocos monárquicos y también, a pesar de lo que se repite, cada día hay menos juancarlistas, una vez que los publicistas republicanos consiguieron introducir a doña Letizia Ortíz en palacio.

Ahora bien, con todo, uno cree que si la cuestión republicana no se plantea en España es, precisamente, por la II República, sin duda el periodo histórico más alabado por los medios progresistas, es decir, por todos los medios.

¿Por qué fracasó la II República, modelo del actual Gobierno español? ¿Por qué no es predecible que pueda replantearse la cuestión republicana? Pues porque quienes hoy celebran, rememoran, añoran y alaban aquel periodo histórico lo hacen puño en alto y cantando la internacional, una melodía preciosa, por cierto, pero que no deja de ser el himno de la tiranía más peligrosa que ha sufrido, y aún sufre, el mundo moderno, y que encima se está yendo de rositas por la historia. Creyendo supongo- que le hacían un favor a Rodríguez Zapatero, los medios informativos, especialmente los públicos y el grupo Polanco, nos han bombardeado en este septuagésimo aniversario de la II República, con grupos que entonaban la preciada Internacional con la bandera tricolor y el puño amenazador mas enarbolado aún que la tricolor. Es decir, presumen de reivindicar un régimen democrático con el marxismo por bandera, con la peor tiranía del mundo contemporáneo. Como quieren que la gente confíe en una III República: les atemoriza que resulte como la segunda.

Porque, y volvemos a repetir las palabras del Cholo Toledo, el peruano que abandona ahora el poder una cosa es llegar al poder democráticamente y otra gobernar democráticamente. Aunque Zapatero hable de los valores de la II República, precisamente fue eso lo que le faltó al Régimen nacido en 1931: valores.

Mientras tanto, muchos republicanos se cuidarán muy mucho de reivindicar la III República.

Eulogio López