Cepsa puede constituir el primer revés de su carrera. Los franceses de Total no aceptan que Fenosa lleve la gestión. En Italia, ha fracasado : los italianos no le aceptan como presidente. Sus socios, los March y los Albertos, consideran que no les informe de nada. Hasta sus compañeros de directiva en el Madrid están enfadados, por su empecinamiento en dirigir el club desde la sombra. Eso sí, añade a su lista de políticos amigos uno muy importante: Rubalcaba. Ha conseguido lo imposible. Le adoran tanto Pedro J. como Polanco.

En la gran corporación, el poder pasa de los propietarios, los accionistas, quienes ahora ostentan el título más elegante de inversionistas, a la dirección. Tal es la dinámica de la vida corporativa. La dirección debe prevalecer (La economía del fraude inocente). Seguramente, el economista recientemente fallecido, John Kenneth Galbraith no escribió estas palabras pensando en Florentino Pérez, pero podía haberlo hecho. El presidente de ACS es un hombre ambicioso, que se ha ido labrando una fortuna, pero, aun más, un poder desde abajo. Sin embargo, ha querido abarcar demasiado y empieza a pinchar en hueso.

Por el momento, su trayectoria era impecable: tras hacerse con el control de ACS, absorbe Dragados, no logra abrirse hueco en telecos con Xfera, se afianza en Abertis con La Caixa pero da el salto a Fenosa, y ahora asediaba Cepsa y parecía a punto de cerrar Autostrade: no ha ido posible.

Veamos: La Caixa está enfadada por el excesivo protagonismo de Pérez en Abertis. De hecho, con los 1.492 millones de euros que ha sacado de la venta de Inmobiliaria Colonial, La Caixa seguirá comprando Abertis hasta empatar con ACS en el 25%.

Pero también ha enfadado a los italianos. El nuevo Gobierno de Romano Prodi montó en cólera cuando supo que Florentino Pérez pretendía mandar, y si fuera posible como presidente, en la mayor concesionaria de autopistas del mundo. A lo mejor no necesitaba de ese recelo hacia el presidente de ACS para exhibir su nacionalismo económico, pero el caso es que lo que parecía un asunto resuelto se ha convertido en un problema.

El segundo revés ha sido la petrolera Cepsa, y esta vez la bofetada ha venido de Francia, de Total. Florentino, animado por su amigo Alfredo Sáenz, ha intentado perpetuar el esquema Somaen II, es decir, controlar la gestión con un 30%, o menos, el capital. Como anunció Hispanidad, los franceses le han dicho que gracias, pero no. Por eso, qué casualidad, en la Junta de Accionistas de Unión Fenosa, se comunicó Cepsa que el 5% de participación en, volvía a ser una inversión financiera, es decir, vendible. Y la verdad, si Pérez se hubiera hecho con la suya habría dado en la diana. Ahora sólo le queda esperar que La Caixa fracase en Endesa, que no llegue a un acuerdo con Iberdrola y que, finalmente, opte por la tercera opción: fusionar Gas Natural con Fenosa.

De puertas adentro, la tensión entre los accionistas de ACS aumenta. Por ahora, los March (20%) y los Albertos (15%) han dejado hacer a Pérez (7%), porque no lo hacía nada mal. Pero con el tiempo, se han ido cansando de que el presidente les consulte sólo en casos absolutamente necesarios. Los Albertos callan mientras el caso Urbanor no termine y quede claro que se libran de la prisión. Y ojo, los Albertos, no los March, son los primeros accionistas de ACS, porque los March invierten a través de Corporación Alba, por lo que su participación real en ACS es del 10%.

Y más: Florentino siempre quiere crecer con deuda, no con ampliación de capital. La razón es muy simple: como tercer accionista, se cuida mucho de proponer ampliaciones de capital que le obligarían, o bien a aportar unos fondos que no tiene, o bien a diluir su participación.

Por cierto, algunos ejecutivos también tienen motivos para enfadarse: por ejemplo Antonio García Ferrer, ex número 1 de Dragados, y otro veterano de la firma, Demetrio Ullastres, han desaparecido del consejo de Abertis. Sólo ha quedado el consuegro de Florentino, Ernesto Mata.  

Hablemos de fútbol. Ni sus antiguos compañeros de Junta Directiva están contentos con él. Fernando Martín se siente engañado, y por eso apoya a Juan Palacios. Luis del Rivero no quiere más líos, y Juan Abelló ya ha dicho que se va. Florentino pretende seguir dirigiendo el Real Madrid desde el camerino, con candidaturas que considera ganadoras, como la de Villar Mir.

Controlar el Madrid es siempre importante, pero además es un gran negocio. Por ejemplo, para tener contentos a dos de los grandes poderes mediáticos: Pedro J. Ramírez, a quien Florentino mima, Jesús Polanco, a quien Pérez requetemima. Por ejemplo, Florentino está convencido de que hay que renovar el acuerdo del Real Madrid con Sogecable a cualquier precio.

Y si el presidente de ACS ha conseguido mantener un delicado equilibrio entre El Mundo y El País, también se jala con todos en política. El socialista José Bono y el popular Ruiz Gallardón dos de sus grandes amigos, al igual que Eduardo Zaplana. Pero ahora deben apuntar a un hombre clave, con el que le une la mejor de las relaciones: el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Es un genio Florentino. Su único problema es que la ambición no le permite contentarse con nada. Y eso que tiene mucho.