La noticia pasó apenas desapercibida. Días atrás, BBVA y Telefónica anunciaba un acuerdo por el que Ángel Vila, representante de la operadora, en cuanto propietaria del 1% del banco, abandonaba el máximo órgano de representación de la entidad. Considerando que el resto de los consejeros no posee sino el 0,6% del accionariado, el asunto tenía alguna importancia.

Es más, la tesis oficial de ambas casas es muy sencilla: BBVA seguirá manteniendo su participación en Telefónica (5% permanente y otro 1% para especular con el valor) y Telefónica queda libe para vender el 1% de BBVA, sin prisa y sin pausa.

Pues bien, el sentido de la operación se comprende perfectamente si consideramos que fue una petición expresa de Francisco González (FG) a César Alierta. Y es que le presidente del BBVA sospecha que inversores hostiles el nombre del Santander viene a las mentes- podrían estar comprando paquetes del BBVA a través de terceros. En la City madrileña se habla del State Street Bank, esa entidad tan poco conocida que posee, qué cosas, el 5% del BBVA y el 5% de Endesa. Parece abandonada a esta porción del capital.

Dicho de otra forma, FG tiembla ante la posibilidad de que un inversor desconocido o no tan desconocido- se plantea en su despacho y se formula la siguiente pregunta: si a Telefónica, con un 1% del capital, le has dado un consejero, ¿cuántos me das a mí que tengo el 5%? La mejor manera de evitar tan desagradable hipótesis consiste en que todo el consejo esté formado por independientes, un apelativo siempre bien acogido : Vila, ¡lárgate!

Por cierto, las sospechas del BBVA se han convertido en certezas cuando Emilio Botín ha calificado como rumores sin fundamento su pretendido interés por el banco vasco. Esa declaración ha resultado definitiva.