La Junta Extraordinaria de Accionistas del BBVA aprobó ayer, como si nada ocurriera, la ampliación de capital por 260 millones de euros. Es decir, FG no cedió ni en la operación ni ante el chantaje del Contrapacto italiano que dirige Francesco Caltagirone, que exigía una mejora de la oferta entre un mínimo de un 15 y un máximo del 20%.

Ahora bien, la decisión no tranquiliza ni a los analistas ni a los accionistas de BBVA. Durante la Junta celebrada en la mañana del martes en Bilbao, varios accionistas responsabilizaron al equipo directivo de un posible fracaso de la operación. Ahí es donde FG fue económico con la verdad, dado que advirtió que todo el equipo directivo, así como el Consejo, estaba unido como una piña y empeñado en seguir adelante con una operación tan compleja. La verdad es que no es así, especialmente entre el equipo directivo. Los miembros más próximos al consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri, están convencidos de que no se puede gestionar un Banco con la oposición del 40% del capital y con el gesto adusto del Banco de Italia, una entidad, además, como la BNL, que necesita con urgencia una inyección de adrenalina.

Además, existe otro peligro añadido, mucho más mefistofélic que el Contrapacto acepte la OPA y exija presencia en el Consejo del BBVA.