Cuando un pequeño empresario quiere controlar la empresa de la que vive trata de poseer el 100 por 100 de la misma. Cuando un gestor trata de controlar una gran empresa intenta no ampliar capital para poder gestionar el menor número de acciones posibles.

Ahora bien, cuando un porcentaje absolutamente mínimo de títulos, un gestor pretende controlar una multinacional, hace lo contrario: amplía capital para dificultar una OPA que provoque su jubilación.

Esto es lo que ha hecho Francisco González (FG) cuya gestión en el BBVA se ha convertido en una historia de cómo librarse de todos aquellos que pudieran hacerle sombra, el último, José Ignacio Goirigolzarri. Su lema en la vida es: Dejadme solo.

Ahora se nos compra un banco turco (buena compra el BBVA), lo que siempre da una nota de color. Un banco en uno de los países más inestables del mundo, que deambula entre la democracia y el fundamentalismo, entre Oriente y Occidente, banco que, además, no va a controlar. El presidente será su socio turco y el consejero delegado... quien ya ejercía el cargo. ¡Qué pedazo de operación!

A cambio, una ampliación de capital que reducirá el valor de la acción BBVA pero que apuntala aún más a FG, un claro partidario del bien común del accionista. Al menos de un accionista: el presidente.

Eulogio López

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