En Asturias tenemos fantasmas para llenar todos los castillos de Escocia, pero, a cambio, no somos muy perseverantes. La interjección que mejor resume el espíritu asturiano no se si les he comentado que Asturias es España y lo demás tierra conquistada al moro- es aquella de canséme. Empezamos con ganas, sólo que luego nos cansamos de toda empresa o proyecto que se dilate en el tiempo pongamos más de 48 horas.

Quizás por ello, nuestro campeón actual, ídolo de multitudes, se llama Fernando Alonso, que es un tipo modesto, como todo el mundo sabe. Y pobre de aquel que no lo sepa. Fernando es famoso en el mundo entero, por lo que le está ocurriendo lo mismo que se decía de aquellos desarrapados de Sevilla que llegaron al poder acompañando a Felipe González: que nada más alcanzar la cumbre cambiaron las tres ces: Coche, casa y compañera, ésta última antes llamada esposa. Lógico, dado que alcanzaron el poder bajo el epigrama: Por el cambio, y naturalmente se vieron obligados a ser coherentes y cambiarlo todo, incluida la esposa.

A Fernando Alonso y a los grandes deportistas les ocurre lo mismo. No es que lo hagan con mala intención, pero una cosa es la novia del barrio o la braña, y otra la compañera que uno necesita cuando está en la cumbre. Les ocurre lo mismo que al canciller Bismarck, a quien su esposa escribía pidiéndole que no se avergonzara de ella, una humilde campesina, cuando se codeara con las cortesanas de corte, no de cortejo- que poblaban los tronos europeos. El canciller era prusiano, es decir, un tipo con insufribles defectos, poseía, al mismo tiempo, virtudes marmóreas, así que tenía las ideas claras. Pocas ideas, pero muy claras. Le respondió de inmediato : Olvidas que te desposé para amarte.

Pero volviendo a Fernando Alonso. Mi paisano ha hecho gala y sin que nadie se lo haya pedido, qué cosas- de su ateísmo. Oiga todo el derecho que tiene el muchachote, a decir que no cree en Dios. Siempre es mejor ser ateo que agnóstico, que resulta mucho más vulgar.

Ahora bien, lo que tiene muy sorprendido es su obsesión de perpetrar matrimonio en la Basílica de Covadonga, en la grúa donde se refugió el noble godo D. Pelayo, frente a la cumbre del Monte Auseva, donde les dimos para el pelo a los moros y comenzó la Reconquista (si no, ¿de qué?). Allí, dice la prensa, Raquel del Rosario del grupo El Sueño de Morfeo, y el campeón del mundo de fórmula uno, quieren unir sus vidas.

Y he auqí mi dilema. Si no cree en Dios, ¿Por qué puñetas se casa en Covadonga? Podría casarle, por ejemplo, Trinidad Jiménez, verdadera sacerdotisa en la materia, que incluso imparte homilías laicas llenas de poesía. O el mismo Gregorio Peces-Barba quien, según comentan las infames lenguas de las derecha, está elaborando una liturgia de sacramentos laicos, como apéndice de la nueva asignatura escolar de Educación para la ciudadanía.

Porque claro, ser un fantasma es un defecto menor, e incluso ser ateo es una responsabilidad mayor, pero un defecto totalmente aceptable en sociedad. Por el contrario, ser incoherente es algo que molesta bastante más. Toda la modernidad tiene un deje de incoherencia que ha ido a más, hasta que alguien ha empezado a decir basta. Por ejemplo, obispos norteamericanos y canadienses han comenzado a negar la comunión a aquellos políticos por ejemplo, al candidato demócrata a la Presidencia de los EEUU, John Kerry- que defienden posturas contrarias a la doctrina católica. Nadie les exige, ni a Fernando Alonso ni a Kerry, que sean católicos, y mucho menos que defiendan a la Iglesia: simplemente se les exige que no nos tomen el pelo. Y toda incoherencia es una tomadura de pelo al resto de la humanidad, sean admiradores o votantes.

Si alguien, públicamente, se jacta de su ateísmo, es ilógico que por asturinaía, quiera casarse en la Basílica de Covadonga. Entre otras cosas porque es un escándalo, hecho éste que no consiste en ruborizarse ni hacer mohines versallescos, sino en incitar a la gente a pecar, en este caso, al sacrilegio.

Y tratándose de una figura pública, lo lógico es que el obispo de la zona le advierta de que el matrimonio católico exige mucho : compromiso hasta la muerte, apertura a la vida, incluso el débito conyugal, que significa eso mimo que están ustedes pensando, y que a las feministas una pena- les molesta tanto. Se lo digo en serio : el matrimonio católico sólo puede verse desde la fe. Humanamente, es una especie de tortura a perpetuidad. Y eso es, precisamente, el elemento principal de la tortura: la perennidad.

Eso sí, nadie te obliga a desposarte. Puedes casarte con la Trini o no casarte en modo alguno. Lo que no puedes es chotearte de las creencias ajenas y de la coherencia propia.

Eulogio López