S. M. Juan Carlos I se va salir con la suya. Al final, PP, PSOE y otros grupos mayoritarios votarán a favor de la Ley Orgánica de Abdicación (enorme: dos artículos) y serán los mismos que votarán a favor de la proclamación de Felipe VI (en la imagen) como nuevo rey de España.

Es decir, Juan Carlos I ha conjurado lo que tanto temía: que su hijo fuera proclamado Rey con los votos del Partido Popular, que se convirtiera para los restos en el Rey de la derecha.

Vamos con el puñetero aforamiento. Pedro Sánchez, que quiere ser el nuevo Zapatero del PSOE, asegura que el Rey no debe ser inviolable. Hombre, entiendo que lo que define Sánchez es el aforamiento. Ahora bien, ¿se imaginan ustedes a un jefe de Estado siempre pendiente de comparecer ante el Tribunal Supremo Podemos e Izquierda Unida, así como Bildu, darían trabajo a todos los abogados de España para interponer, un día sí y otro también, algún tipo de demanda contra el Monarca.

Hoy martes he escuchado a Anabel Díez, de El País. Asegura que la supresión de la inviolabilidad (¡Qué mal suena este palabro!) por parte del jefe del Estado es un debate que podría abrirse. Ya se sabe que los debates sólo se abren cuando ya está prescrita la conclusión.      

Es lógico que el Rey sea inviolable, y cuando deje de ser Rey pase a ser aforado... aunque sin efecto retroactivo. No creo que sean los jueces quienes deban juzgar a un poder permanente pero poco efectivo, sino los representantes de los ciudadanos, que, a su vez, sí son elegidos por el pueblo.

Monarquía o república. El problema, en España, no es establecer la III República sino reparar en la I y la II, así como en lo que pretenden quienes oponen monarquía y democracia como términos antitéticos.

Lo importante es cómo ejerce el Rey, que no es un poder -o no debe serlo-, sino una referencia moral para el resto de los ciudadanos. He recibido correos que me preguntan qué quiero decir cuando califico al futuro Felipe VI como eco-panteísta. Pues acudo a Chesterton: el mayor enemigo del cristianismo es el panteísmo. Ese ateísmo cósmico que considera que la naturaleza es el único dios. Ya saben, Gaia, la Madre Tierra, el Avatar de James Cameron o el Pachamama de Evo Morales. Adorar a un 'qué' en lugar de a un 'quién'. Este es el principio de todas las bestialidades actuales.

Por panteísmo me refiero al último discurso -mañana del martes- de Felipe VI en el Instituto Oceanográfico, cuando se ha referido como prioridad al análisis del "cambio climático y el calentamiento global". En resumen, el hombre al servicio del planeta tierra, en lugar del planeta al servicio del hombre. Esa es la filosofía de Felipe VI y eso es lo que más me preocupa de él.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com