Su presidente, Baldomero Falcones, apuesta por otras energías pero sabe que precisa la nuclear. No le han ofrecido un paquete de Iberdrola y tampoco quiere entrar donde no puede gestionar. Todo el sector, pendiente de las obras de Pepiño. No se rechazan socios que sustituyan a Caja Madrid en Realia Junta General de Accionistas de FCC en su sede social, Barcelona. Tras la andanada del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero en el Senado, con su empeño en cerrar la central nuclear de Garoña, la pregunta era obligada: Falcones, como todo constructor, prefiere alabar al Estado, su principal contratista, pero los hechos son tercos: Se manifiesta claramente contra el cierre de la central burgalesa porque Necesitamos energía barata.

Y eso que, haciendo de la necesidad, virtud, FCC ha llegado tarde al sector energético y se ha tenido que conformar con las renovables: eólica, termosolar (dos plantas en Alicante y Córdoba) y mucha biomasa. Pero es que la clave está, antes que nada, en que la energía nuclear es la energía de los pobres, aunque no sea la de los verdes. Todo los que saben de qué va el asunto tienen claro que es una locura cerrar Garoña. Todo el mundo, claro está, menos un tal ZP.

Por lo demás, respondiendo a un rumor extendido por Madrid, Falcones confiesa a Hispanidad que nadie le ha ofrecido un paquete de Iberdrola y que, si lo hicieran lo rechazaría: sólo quiere estar allí donde pueda gestionar.

Más asuntos: los ayuntamientos comienzan a pagar mejor y las constructoras tienen mucha confianza en el plan Pepiño Blanco, que pretende acelerar las licitaciones de obra pública. Es una de las claves, probablemente la última oportunidad del Gobierno, de hacer algo efectivo contra la crisis: trenes de alta velocidad, puertos y carreteras, principalmente. Dice Rajoy que eso endeudará al país, pero la verdad es que España posee menos deuda, mucha menos, que nuestros competidores europeos.

Hay que arreglar lo de Realia. Comienzan a venderse promociones de viviendas estancadas y a refinanciar la deuda. Pero la cuestión va más allá: el matrimonio con Caja Madrid está llamado al divorcio o a introducir nuevos socios.

Eulogio López

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