Como sucedió con las frívolas maduritas de Sexo en Nueva York o con el agente más patoso: el Superagente 86, los chicos de la escuela de artes escénicas más famosa del mundo saltan de la pequeña a la gran pantalla bajo el mismo título: Fama.

Cuando se produce un cambio de formato como éste lo adecuado es que la trama cinematográfica tenga un buen argumento y esté justificada. Algo que no ocurre con esta versión dirigida por el coreógrafo Kevin Tancharoen, que se limita a unir una serie de números musicales enlazados con unas breves historias personales. Porque esta versión cinematográfica nada tiene que ver con la realizada por Alan Parker hace 30 años que dio pie a la famosa serie televisiva que se mantuvo durante 7 años en antena. Y ello se debe a que  toda la trama va tan rápida y tiene tan poca hondura dramática  que, en un metraje de poco más de 100 minutos, pasamos de contemplar las duras pruebas de la admisión de la escuela a la ceremonia de graduaciónCon el mensaje de fondo que ya conocemos: Queréis la fama, pero la fama cuesta.

Se aprecia que se ha hecho una buena labor  en el casting de los chavales e, incluso, de algún profesor pero, al tener sus personajes tan poco recorrido, no dan demasiado juego Eso sí,  los nostálgicos de la serie televisiva de los 80 repararán que en el reparto de la película aparece en un breve papel, Debbie Allen, la dura profesora Lydia Grant de la serie.

Para: Los que les vayan las películas musicales aunque no deparen sorpresas argumentales