A ver si nos enteramos. A pesar de las mentiras interesadas que pululan por el propio sector, así como por medios políticos y económicos, las cajas de ahorros no están en crisis sino en peligro.

Sí, están en peligro de desaparecer si no cambian, no los balances, sino las mentalidades. Y las cajas constituyen un elemento básico de la economía española en general -nacieron para luchar contra la usura y, aunque perdió buena parte de ese espíritu algo queda, y de la industria en particular. Si desaparecen las cajas, es decir, si se convierten en bancos, también desaparecerán o se deslocalizarán, la industria energética y lo poco que queda de alimentación, dos sectores motor de la economía, así como el sector agrario.

Por último, desaparecerá la industria mediana pegada al terreno regional y sufrirán mucho daño las pymes, porque los bancos les someterán a la asfixia bancaria que constituye su esencia. Sin las cajas, lo que más sufrirá será la agricultura y la ganadería, así como los jóvenes que tratan de montar un hogar, porque el crédito hipotecario familiar, sigue siendo seña distintiva del sector ahorro.

Por último sufrirá la Obra Benéfico Social (OBS) algo que producía tanta envidia a bancos y sociedades anónimas que se vieron obligados a inventarse la responsabilidad social corporativa. No obstante, en términos relativos, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) nunca ha alcanzado altura de la OBS. La primera, con todos sus defectos, ayuda a la sociedad; la segunda suele ayudar a engrandecer el nombre del presidente del banco o de la corporación.

En definitiva, si las cajas caen o cambian su naturaleza jurídica, sufrirá todo lo que sea pequeño y se beneficiarán las grandes corporaciones, a quienes hoy adoran los que se dicen liberales y no son más que capitalistas financieros.

E insisto, las cajas no han entrado en crisis por ser cajas sino por comportarse como bancos, generalmente como bancos de inversión. ¿Y cómo han sobrevivido? Gracias a las industrias que contribuyeron a crear, ésas que, ahora, la plaga Basilea quiere que vendan. Y es que Basilea no es sino el lobby de los grandes banqueros especuladores.

¿Por qué digo, entonces, que Fainé no debe presidir las cajas de ahorros? ¿Acaso no es un cajero? Ciertamente lo es, y muy bueno, y ha enderezado el peligroso rumbo que tomó La Caixa a finales del pasado siglo. Hoy es más rentable que Caja Madrid, antes de Fainé era el revés. Es, además, uno de los pocos banqueros españoles para los que todavía existe el concepto de bien común y de servicio al cliente, que se convierte en un fin, no en un medio.

Ahora bien, Fainé ha aceptado el chantaje regulador internacional (sí se que lo ha aceptado buena parte del sector cajero, pero ése es un triste consuelo) para que el sector financiero deje de hacer aquello para que lo que nació -apoyar la economía real- y pervierta su vocación en un giro de 180 grados. Ahora se trata de aprovecharse de la industria. Las continuas y mayores exigencias -absurdas- de recursos propios han provocado que La Caixa cambie industrias por bancos. Criteria, antes Corporación Industrial, se está convirtiendo en un pool de bancos, o sociedades anónimas, poseídas por una caja, o entidad mutual.

Es cierto que se nombra a Fainé para que salve cajas en peligro y ponga orden en el sector, dada su exitosa trayectoria pero con la perspectiva nefanda de convertir a los bancos en cajas. Que el futuro presidente de la CECA sea alguien que se crea en el espíritu mutual de las cajas de ahorros. Y si para ello hay que apoyarse en el nefando sistema de influencia de los poderes políticos autonómicos en las cajas pues hágase. La politización de las cajas de ahorros no deseable es, no obstante, preferible a su conversión en bancos.

Fainé es un gran cajero pero no debe presidir la CECA.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com