Sr. Director:

La lectura del artículo La entrevista del padre Gabilondo ha sido una auténtica satisfacción para mí por su poder de evocación. Mi adolescencia ha vuelto de la mano de ese padre Gabilondo, hermano de ese otro Gabilondo, Angel, el rector de la Universidad Autónoma de Madrid, que -éste sí- estuvo mucho más cerca que Iñaki del título de Padre.

Allá por los lejanos setenta, al menos hasta 1975, año en que yo salí del colegio para iniciar mis estudios universitarios, Angel Gabilondo era el hermano Gabilondo, religioso de la congregación de los Hermanos Corazonistas.

El doblemente hermano Gabilondo impartía su magisterio filosófico y doctrinal en el Colegio del Sagrado Corazón - Avenida de Alfonso XIII nº 127, 28016 Madrid-y, en los recreos y a la salida de clase, se remangaba la sotana para jugar al fútbol -con muy buen estilo, por cierto- con sus alumnos.

Su magisterio también se extendía fuera de las aulas y dinamizaba -así se diría hoy lo que entonces hacía- grupos de jóvenes de ambos sexos -jóvenes y jóvenas diría alguno o alguna- en los que ellas -sobre todo del Colegio Santa Catalina de Siena, el nuestro no era mixto, ¡por supuesto!- se admiraban de su brillante melena rubia -¡Sí!, el hermano Gabilondo... ¡llevaba melena¡- y de su mandíbula prominente, y nosotros envidiábamos los arrobos que producía en las chicas.

Hoy esos años han desaparecido de la biografía del rector que, en entrevistas como la que concedió a El País hace pocos meses, nos lo contaba todo con profusión de detalles menos sus años de seminario, seguramente en Alsasua y Puente de La Reina que era donde se formaban los Corazonistas, y vida religiosa.

En fin, muchas gracias por darme esta oportunidad para la evocación y la nostalgia.

O tempora!, o mores! ...

Angel Rodríguez

alra@ffe.es