Ningún avance clínico, ninguna norma de prevención, ha conseguido aminorar la multiplicación de los niños con el síndrome de Down.

 

En su último número, la publicación British Medical Journal, propaga una investigación en la que se afirma que el diagnóstico ha crecido en un 70%. Pero los casos no son palmarios. También asevera que muy pocos llegan a nacer ya que, 9 de cada 10 jóvenes, deciden abortar cuando se les notifica que su bebé tiene el síndrome de Down.

Con los mortales aquejados por el síndrome de Down sucede algo chocante: cada vez avispamos más en los medios de comunicación y menos en la vía pública. Su integración social se considera como un signo emblemático de la aceptación de las diferencias, pero su caída en cifras muestra una eliminación prenatal radical. Se intenta mermar lo que significa esta insuficiencia. La realidad clínica es que los mortales con el síndrome de Down suelen tener una cierta incapacidad mental

No se está dando una apropiada información a los progenitores en el momento del dictamen anterior al nacimiento, cuando los facultativos se restringen a requerirles si desean o no abortar.

Por otra parte, el 96% de las jóvenes eligen el aborto cuando se le comunica que su bebé puede sufrir esta alteración cromosómica. Estos casos aumentan porque el embarazo se dilata cada vez más. El 30% de las mujeres quedan fecundadas después de los 35 abriles, cuando los peligros son mayores. El riesgo de concebir un retoño con el síndrome de Down aumenta por diez a partir de los 38 años.

La humanidad es, cada vez, más susceptible a la integración de cualquier minoría, y más cruel a la exclusión anterior al nacimiento de quien no responde a la normalidad genética. ¿Tornaremos a una época en la que un mortal, por razón de su invalidez, ascendencia o dolencia cerebral, no tenía opción a la existencia?

Vegetamos en un declive moral en el que los padres empiezan a asesinar a sus hijos por no tener ciertas peculiaridades físicas. El  síndrome de Down no es un asunto estético, sino un achaque de una criatura humana débil e indefensa cuya vida debe ser protegida.

Clemente Ferrer 

clementeferrer3@gmail.com