Sr. Director:

Se cumple un año de la visita de Benedicto XVI a Barcelona para la Dedicación del templo Expiatorio de la Sagrada Familia (7/XI/ 2010).

 

Llevaban razón los que suponían importantes beneficios económicos con la visita papal: desde entonces, se ha triplicado la afluencia de visitantes al templo de Gaudí, que entrelaza religión y arte con diseños inspirados en la naturaleza. No es menos admirable la personalidad del Genio, en vías de canonización. Nadie nace santo: la santidad es una carrera que termina al final de la vida, y, en ella, se conjugan voluntad firme y gracia de Dios. El santo todo lo sublima.

Por eso, la obra del genial "Arquitecto de Dios" con espíritu de poeta, canta el primor del artista enamorado. Gaudí solía decir: "para hacer las cosas bien, es necesario: primero, el amor; segundo, la técnica". Su taller respiraba vida, para reproducir, en la piedra, la grandeza de la Fe.

Sorprendente: amante de la pobreza evangélica, el Arquitecto de la Sagrada Familia vivía muy por debajo de sus posibilidades, y socorría a los pobres, a los que trataba con sencillez y caridad. Hombre piadoso, le gustaba ir y venir a pie para reflexionar y entrar en la iglesia a visitar al Santísimo. Decía que "un hombre sin religión, es un hombre mutilado". Ojalá podamos venerarle muy pronto en los altares.

Josefa Romo Garlito