Bélgica, como Holanda, son escaparates de la descristianización europea… y de esos polvos vienen estos lodos. Aprobó primero la eutanasia, olvidando que la vida es una gracia divida y que sólo a Dios corresponde darle término, y ahora se encuentra con un asesino sexual que le pide que se la apliquen. En otras palabras, no se engañen, el reo se agarra a una legislación viciada para salirse por peteneras de la insoportable vida carcelaria.

La pena de muerte es horrible, pero personalmente elegida no parece, según la norma belga. Lo más grave del caso, con todo, es que Frank Van Den Bleeken -que así se llama el violador y asesino- prefiere la muerte al arrepentimiento o la reinserción porque no soporta el sufrimiento. Esa, y no otra, es la razón de que haya agotado todas las vías terapéuticas para curarse. Y otra anécdota: ya son 15 los presos que piden lo mismo.

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