Mientras Mariano Rajoy habla de la unión fiscal en la Unión Europea y nos asegura -muy cierto- que es más importante la unión fiscal que la unión bancaria o cualquier otra (salvo la unión salarial y de rentas, claro) lo cierto es que Europa tiene un problema: su presidente Jean Claude Juncker (en la imagen), ha estado veinte años al frente del paraíso fiscal interior que existe en la Unión Europea, esto es, su socio fundador, Luxemburgo.

Juncker preside la Comisión Europea pero antes ha presidido el Eurogrupo y en paralelo, Luxemburgo, el pequeño país que no permite avanzar en la unión porque las empresas, las sociedades patrimoniales y los fondos de capital riesgo se refugian allí para aprovecharse de su bonancible sistema fiscal. En convivencia con Holanda por cierto, otro socio fundador de la Unión.

Dinero que sale de las arcas de los españoles (no se pierdan el reportaje de El Economista del viernes 7).

En definitiva, Luxemburgo lleva engañando a sus socios europeos y, encima ahora nos colocan a su presidente en lo más alto del Ejecutivo comunitario.  

Todos lo sabían, pero es ahora cuando salta. Pues, entonces, es ahora cuando Juncker debía haber presentado la dimisión. Los corruptos españoles, al lado de Juncker, son hermanitas de la caridad.

Hispanidad

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