El problema ya no es de España ni de los PIGS. Tampoco del Reino Unido, que presume de potencia económica cuando su economía lleva una década en la UVI (Eso sí, con mejores salarios que los que cobran los españoles y dándole a la máquina de hacer dinero ficticio para salir del paso). No, el problema ahora es de todos: la Eurozona está en recesión, Francia preocupa cada vez más y Alemania empieza a preocupar.

La eurozona ha venido marcada por los criterios de Alemania en general y de la prusiana Ángela Merkel (en la imagen) en particular. Con una política monetaria que le beneficia claramente a su país, ha exigido a todos -también a sí misma, todo hay que decirlo- ajustes continuos. El resultado: los 17 países de la Eurozona están en recesión.

El único problema es que los alemanes son alemanes, es decir, no se caracterizan por su flexibilidad, ergo, no se caracterizan por reconocer sus errores.

Ahora bien, es hora de cambiar. Y el cambio tiene que ir, en primer lugar, por el eurobono. Unificar la política monetaria para no seguir en la esquizofrenia de poseer una sola máquina de hacer dinero y 17 Tesoros emitiendo a tipos distintos. O somos una unidad monetaria o no lo somos.

Pero como política global, el cambio es de más alcance. En primer lugar, no podemos seguir trabajando tampoco, porque necesitamos más productividad. Es decir, tenemos que trabajar más.

Ojo, la globalización actual es esquizofrénica. Es decir, no podemos permitir que los emergentes nos estén restando productividad a costa de salarios de miseria y penuria en buena parte de la humanidad. Si los emergentes no empiezan a pagar lo que deben pagar, entonces el libre comercio debe detenerse.

La segunda medida consiste en aumentar los salarios bajos. Las ganancia en productividad no puede conseguirse a costa de salarios bajos o entonces estaremos imitando a los emergentes, cuyas economías nacionales van bien y sus economías particulares van fatal.

Ojo, tendremos que trabajar más por el mismo salario. Ahora bien, no podemos seguir manteniendo los salarios bajos vigentes, verbigracia, en España. Probablemente ahora no hay margen para subir el conjunto de los salarios pero sí para no bajar el salario medio y para subir el salario mínimo. La productividad no puede mejorar tan sólo a costa del trabajador. Por tanto, trabajar más pero no ganar menos.

En segundo lugar, el Estado del Bienestar Europeo no debe desmontarse pero sí jibarizarse. Hay que reducir prestaciones públicas. La socialdemocracia europea sigue empeñada en exaltar la propiedad pública, es decir, la propiedad de los políticos cuando lo necesario es exaltar la propiedad privada, que es la clave de la libertad.

Y hay que reducir el peso del Estado, no sólo con la reducción de prestaciones sino con la reducción de políticos e instituciones públicas. Ahora mismo, constituyen un lujo.

La derecha quiere salarios bajos, la izquierda quiere mantener el Estado del Bienestar. Pues ni lo uno ni lo otro. La doctrina social de la Iglesia así lo aconseja. También a doña Ángela Merkel.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com