Lo más gracioso del debate parlamentario en Estrasburgo sobre ETA es la pregunta: ¿Está usted a favor del proceso de paz en el País Vasco? Convendrán conmigo en que hay que estar muy ido para responder negativamente a esa pregunta. Por ejemplo, ¿Está usted a favor de la Paz en Conchinchina? ¿Y en Sebastopol? ¿Y en Ruanda? ¿Y en las Islas Feroe? Es increíble que haya habido tantos eurodiputados dispuestos a avalar la postura del Partido Popular Europeo, que ha optado por el no.

Al parecer, la única que se percató de ello fue una socialista, Rosa Díez, quien aclaró que en Euskadi, donde vive, nunca ha faltado paz, sino libertad. Interesante distinción. En efecto, el antónimo de paz es la guerra, y la guerra es aquello que se hace entre países, y a los proetarras les encanta que les tomen por un país, y que consideren que el terrorismo etarra es una guerra entre los ejércitos español y vasco, en lugar de un problema de homicidio continuado entre unos asesinos y la policía de un mismo país.

Por otra parte, un eurodiputado no es otra cosa que un premio a la egolatría. Tenemos eurodiputados porque algo hay que tener, qué caramba, y porque alguien tiene que vivir bien en representación de los que no viven tan bien. ETA ha aprovechado la tontuna del Europarlamento para hacer lo que todo terrorismo pretende: propaganda. Ahora, son mucho más respetables. Que sólo una eurodiputada socialista se haya dado cuenta de que Mr. Bean es un frívolo capaz de sacrificar lo más sagrado con tal de pernoctar en Moncloa el mayor número de años posible, demuestra lo aborregado que está el PSOE, al que ocho años en la oposición no le han servido para propiciar el debate sino para provocar divisiones, que ahora permanecen ocultas por la sencilla razón de que hay muchos cargos para repartir incluida la candidatura al Ayuntamiento de Madrid.

Y más. Con tal de aislar el PP, Zapatero ha dado oxígeno a unos terroristas que languidecían. El problema de ETA no sólo eran los éxitos policiales, sino el hecho de que en la clandestinidad se vive muy mal, y la nueva generación de gudaris, tanto los asesinos, como sus representantes políticos o los chicos de la kale borroka, se han vuelto tremendamente comodones. Cualquier miserable está dispuesto a asesinar por un sinsentido, pero no por un sinsentido que reviste incomodidades tales como la posibilidad próxima de terminar en el trullo.

La mayor estupidez de Mr Bean difícil concurso- ha sido revivir a una ETA moribunda, estupidez ahora superada con la internacionalización del conflicto. Arnaldo Otegi sufre hemorragias de placer cada vez que se sitúa ante cámaras y micrófonos. De hecho, tengo para mí que el mayor sufrimiento de la cúpula etarra es no poder dar ruedas de prensa a eso todavía no hemos llegado- o verse obligados a utilizar la capucha para taparse el rostro.

Por lo demás, el proceso de paz, o como quiera llamarse, no ha avanzado un ápice: no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón, y Mr Bean negocia tan rematadamente mal, que considera que el diálogo es quedarse a mitad de camino entre dos partes. Ya saben: cuando un necio dice que dos más dos son seis, y un sensato le responde que dos más dos son cuatro, surge un tercero, de buen talante, amante del diálogo y la tolerancia, que acaba concluyendo que dos más dos son cinco : ese es mi ZP. Es precisamente de aquí, de donde viene aquello del talante por detrás y por delante.

Ahora que lo pienso, yo también debería haber votado sí en el Europarlamento porque estoy a favor de la paz.

Eulogio López