Según el primer ministro galo, Manuel Valls (en la imagen), Francia tiene un problema de identidad nacional y se acoge a esa razón para explicarse cómo es posible que más de mil franceses -algunos de ellos católicos convertidos al islam- se vayan a hacer la 'yihad' a Siria y los muchos más que se lo están pensando. Es el contrasentido en un país que llamó la atención en el siglo XX por las sonoras conversiones al catolicismo de intelectuales de talla.

No, señor Valls, el problema de Francia no es de identidad nacional, sino de ausencia de valores. Esos valores se sostenían en la cultura cristiana, la misma a la que se ha fustigado durante generaciones.

El problema de Francia es el mismo que el de Europa, que se ha colonizado a sí misma con una cultura de 'falsa tolerancia', que nada tiene que ver con el respeto y se parece mucho más al complejo de inferioridad. Sólo Gran Bretaña está tomando medidas efectivas como impedir el retorno a su suelo de esos yihadistas que se han fugado al infierno de Siria o Irak.

No lo duden, la inmensa mayoría de esos jóvenes son reclutados y engañados con una máquina ideológica, tan absurda como cruel, que no hubiera tenido ningún eco cuando Europa, además de un continente, era una escuela de valores.

Hispanidad

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