El Gobierno Artur Más ha hecho un recorte de gastos verdaderamente modélico, dadas las necesidades. Pero se ha pasado con su última inventiva. Así, pretenden exigir a todos los usuarios que posean un nivel de renta a suscribir una póliza de seguro.

Hombre no, una cosa es que la atención sanitaria sea gratuita y otra que sea obligatoria. Bien está el copago, bien está que determinadas emergencias, como las que hacen referencia a la estética, se paguen del propio bolsillo, pero no que se obligue a alguien a suscribir una póliza privada por narices.

Esto me recuerda las encuestas que se hacían en la España de los años ochenta cada vez que subía el precio del tabaco. Siempre había alguno que argumentaba: "No pueden subir el precio de la cajetilla porque los pobres fumamos".

Eso no es un argumento, es una chorrada y lo digo yo, que soy fumador y un entusiasta del tabaco (especialmente del tabaco de pipa). Lo fuma el pobre o el pudiente, el tabaco no es un artículo de primera necesidad.

Y es que estamos viviendo una cierta inversión de conceptos. Primero, ofrecemos sanidad universal, y eso es digno de elogio, pero a renglón seguido se produce una inversión de conceptos: pasamos de sanidad gratuita y universal a la sanidad obligatoria. Tú aprobarás aunque no quieras, reza una cartilla.

Hombre no, más lógico que obligar a suscribir pólizas con una compañía privada. Eso es violentar la libertad, porque el individuo debe decidir qué grado de atención sanitaria prefiere, al menos en lo que paga con su dinero.

La Generalitat se ha apresurado a aclarar que ha sido una moción del consejero del ramo a título personal. Es decir, que ha dado marcha atrás. Pero peor ha resultado el elenco de razones en contra de la propuesta del conseller aportadas por ese genio del pensamiento contemporáneo: la todavía ministra de Sanidad, Leire Pajín.

En el vaso de su prejuicio, doña Leire asegura que eso beneficiaría a la sanidad privada. Hombre, sí que lograría más clientes, pero serían clientes que ya no tendría que atender, en todo o en parte, la sanidad pública. Ese peso que le quitan: ahorraría gastos.

No, el problema de la propuesta catalana no consiste en que se ayude a la sanidad privada sino en que se violenta la libertad individual.

Por cierto, la trasmutación de universal y gratuito en obligatorio es el mismo recorrido del aborto: se empieza pidiendo aborto libre, luego gratuito y, finalmente, a costa de mentir sobre sus esencias y sus efectos, se acaba convirtiéndose en obligatorio, ¿verdad Leire?

Eulogio López

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