Espléndida exclusiva la del diario Expansión del jueves: la vicepresidenta económica del Gobierno Elena Salgado, se dispone a quintuplicar, hasta los 20.000 euros, la cantidad embargable de las cuentas bancarias de los ciudadanos.

Es un paso más en el sabio proceso político de esquilmar a Juan Español, cada vez más aborregado y dispuesto a aceptar cualquier merma en sus libertades, su propiedad privada y su propia dignidad.

En primer lugar, se bancarizó España a la fuerza. Somos el país con más sucursales bancarias por habitante de la Unión Europea, y todos nuestros trámites, fiscales, laborales y financieros, se realizan a través de bancos. En teoría se puede vivir sin una cuenta corriente, pero en la práctica no. En teoría es un proceso libre, pero cualquiera que quiera pagar le recibo de la luz o del colegio de los niños, no digamos nada cobrar el salario o la pensión, fuera del circuito bancario se convencerá en su momento de que su casa es un infierno.

En segundo lugar, en España no existe el secreto bancario, lo que, por lo pronto, nos convierte en un país-excepción, no en un país-norma.

En tercer lugar, en España sí existe el embargo de cuentas. En un principio, la norma se ciñó a dos entes administrativos, los únicos que podían incautar cuentas corrientes: Hacienda y la Seguridad Social. Pero eso se arregló fácil: Hacienda y la Seguridad Social decidieron hacerles un favor a los ayuntamientos y al Dirección General de Tráfico, quienes, de este modo, pueden embargar las cuentas corrientes del ciudadano para cobrar sus multas de tráfico y de aparcamiento, un concepto clave para la Seguridad Nacional. Y no lo hacen para fastidiarnos, que conste, lo hacen por nuestro bien.

A partir de ahí, ya sólo hay que elevar el límite máximo del expolio. Ahora se pretende pasar de 4.000 a 20.000 euros. El siguiente paso de nuestra Elena Stalinita Salgado supongo que consistirá en embargar sin juicio nuestro patrimonio: casa, etc. El último, creo, siguiendo el derecho babilónico, consistirá en que, si el moroso no puede pagar impuestos, tasas y sanciones al Estado, éste le venderá como esclavo a él y a sus hijos. Por el momento, la medida no se ha puesto en práctica porque todavía no se ha descubierto la forma de ejecutarla por el bien del ciudadano pero estamos en ello: esquilmando a Juan Español.

Eulogio López

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