Una enorme multitud llenó el centro de Madrid para defender a la familia cristiana. "El amor es posible", afirma el cardenal Rouco Varela, para quien el sentido de la familia es una "donación". El Obispado de Madrid ni tan siquiera colocó tribuna de autoridades: no quería que los políticos del PP protagonizaran el acto. A pesar de ello, las páginas WEB de El País y El Mundo, han manipulado la concentración. El primero presenta la convocatoria como una manipulación pro-PP; el segundo, ha sacado a pasear a los gays. No acudió ningún miembro de la Familia Real

La doctrina progre, de la que participan el Gobierno y la mayor parte del primer partido de la oposición insiste en que la influencia de la Iglesia, mejor, de la jerarquía eclesiástica, ha recaído en España. De hecho, lo normal es que hasta los propios católicos españoles coinciden en el declive paulatino, o acelerado, de la práctica religiosa en España. Sin embargo, una reciente encuesta elevaba de 9 a 11 millones el número de españoles que pierden una hora cada domingo para acudir a la eucaristía y ahora, una iniciativa del Obispado de Madrid, en el día de la Sagrada Familia, se cierra con una enorme multitud que ha copado el centro el capital de España. Los organizadores hablan de 2 millones de personas. No se sabe, pero quizás sea lo de menos: eran muchísimos.

Dicho de otra forma. La jerarquía eclesiástica, para ser más exacto el cardenal Rouco ha mostrado su enorme capacidad de convocatoria. Quizás el discurso de Rouco, tras la alocución del Benedicto XVI en española, desde la plaza de San Pedro y en conexión con Madrid, hayan marcado la pauta del debate: "El amor es posible", clamó Rouco ante una sociedad desesperanzada que confunde amor y sexo, o que simplemente no cree en el amor. Y par que quedará bien claro, el mismo obispo mencionó la palabra clave, la que resume el secreto de la familia: "donación". Era una forma de actualizar el mensaje evangélico de "serán una sola carne", y de insistir en la idea que da lugar a toda la cosmovisión cristiana de la familia, la misma que han aceptado todas las civilizaciones desde que el mundo es mundo: la entrega de un hombre a una mujer y de una mujer a un hombre. El resultado fue el que se pudo ver en la madrileña Plaza de Colón: tres generaciones, abuelos, padres y niños, plasmación callejera de que la familia es el futuro –en sentido literal- y de que la entrega mutua da lugar a nuevas vidas.  

¿Era posible evitar el choque con la política del Gobierno Zapatero? No, por supuesto, dado que dicha política, especialmente las leyes del divorcio express y del gaymonio –aún más nociva la primera que la segunda- chocan directamente con la concepción cristiana. No lo pretendían los obispos –y sólo el titular de Valencia, monseñor García Gasco, citó las leyes del divorcio express y aludió a Educación para la Ciudadanía- pero es que la política del Gobierno ZP choca directamente con la familia natural, la única capaz de asegurar, no ya la fé, sino la pervivencia de la raza humana. Así, la simple enunciación de la doctrina cristiana en la materia parece un insulto a la política del Gobierno. O, como afirmara Rouco: vivimos una marcha atrás en la Declaración de los Derechos del hombre.

Ahora bien, dicho esto, el Obispado madrileño cortó de raíz, desde el primer momento, cualquier posibilidad de que el Partido Popular pudiera utilizar el acto en su favor. No es politización remarcar la doctrina cristiana sobre la familia por el hecho de que contradiga las leyes gubernamentales, pero sí lo sería que la Iglesia se hubiera alineado con el Partido Popular, o hubiese identificado a la formación de Rajoy como el depositario de las idea sobre la familia cristiana, lo que, además, resultaría tremendamente falso. La política sobre la familia y la vida del PP fue tan nefasta como la del PSOE, con la única diferencia de que éste se ha visto obligado a ir más allá, a escenificar los ataques a la vida del no nacido y a la familia abierta a la paternidad.

El Obispado tuvo buen cuidado en que el Partido Popular no lograr manipular el acto. Para ello, se optó por una medida tan simple como eficaz: no hubo tribunas ni lugares reservados para las autoridades, al menos, a otras autoridades que no fueran las eclesiásticas o a los dirigentes de los movimientos cristianos que participaron en el acto y que intervinieron en el mismo. Un ligerísimo error, el único de toda la estupenda retrasmisión, que corrió a cargo de Popular TV, mostró al ex ministro de Aznar, Jaime Mayor Oreja, quien, al igual que los cientos de miles de asistentes, permanecía de pie, sin distinción alguna por parte de los organizadores.

Pese a todo, los medios de Prisa presentaron el acto como si se tratara de un sibilino ataque del Partido Popular al Gobierno Zapatero, utilizando a la Iglesia como resorte. O, también como una maniobra del sector conservador de la jerarquía contra la clerecía progre, aunque todo el mundo sabe que la iglesia progresista no lograría convocar ni a la milésima parte de los convocados el domingo en Madrid.

Por su parte, el Mundo introdujo en sus informaciones al lobby gay como una de las claves de la noticia. El director de este diario, Pedro J. Ramírez cobra como tertuliano de la cadena COPE, propiedad de los obispos.

En definitiva, el poder de convocatoria de la Iglesia española, en esta ocasión de un sólo obispado, ha quedado demostrado.

Naturalmente, al acto no asistió ningún miembro del Familia Real. Es ya práctica habitual de Sus Majestades don Juan Carlos y doña Sofía, alejarse de cualquier acto que puede oler a católico. En el caso del Príncipe heredero, la práctica se ha convertido en norma: SAR Felipe de Borbón no acude –y así lo recuerda la Casa de Príncipe a quien quiere oírle) a ningún acto religioso, ni admite que en los actos que preside don Felipe y doña Letizia, se realice ningún acto religioso. Al menos, católico. Así quedó demostrado con la inauguración .dos años atrás, de un centro de Investigación de la Universidad de Navarra. De la Casa del Príncipe se advirtió al centro académico que los Príncipes de Asturias no acudirían si el entonces obispo de Tudela, monseñor Fernando Sebastián iba a bendecir las instalaciones. Al final, el prelado tuvo que acudir 24 horas antes para no coincidir con su Alteza.  

"Vale la pena trabajar por la familia y por el matrimonio", porque a través de ellos Dios crea "a su ser más precioso: el hombre". El PP no suele decir estas cosas.... ni ningún otro partido representado en el Parlamento español.

En cualquier caso, la concentración madrileña ha puesto nervioso a Zapatero. La muestra está en que la televisión pública ha vuelto a mostrar su lenguaje más manipuladora: Familia tradicional cristiana, posturas "cerradas" y "ataques al Gobierno". En definitiva, la táctica habitual del periodista a sueldo del Gobierno: La Iglesia es una organización ultraderechista.