El Gobierno Zapatero renuncia a defender a las empresas estratégicas españolas. Tanto Grimá como Galdón se perfilan como perdedores. Decidirá Alfredo Sáenz, tras un estudio de Merrill Lynch.

Ya lo decía el periodista Emilio Romero, en sus años gloriosos de Pueblo: Yo no me vendo, me alquilo. Pues bien, un año después de su llegada al poder, el Gobierno Zapatero ha decidido que no existen empresas estratégicas, que todo es vendible. Un argumento muy poco socialista y tremendamente liberal que se convierte en puro capitalismo financiero cuando se le añade la segunda parte de esta doctrina: no sólo no importa que esas empresas, muchas de ellas nacidas de concesiones administrativas, se vendan a extranjeros, sean o no europeos: tampoco importa que caigan en manos de especuladores, en especial de fondos anglosajones.

Esto es lo que ha ocurrido con AUNA. Cuando llegó al poder, el ministro de Industria, Energía, Telecomunicaciones, Comercio y Turismo, José Montilla, afirmó que no estaba dispuesto a que el Estado concediera licencias para que luego una serie de señoritos diera un pelotazo. Se refería a los March, Entrecanales y Abelló en Airtel. Pues bien, ahora va a permitir que Emilio Botín dé otro pelotazo cediendo AUNA, la antigua Retevisión, pieza clave en la sociedad de la información. Empezando por el final, en poco más de un año todo el cable español, así como el operador de móviles Amena, va a acabar en manos de cinco fondos especulativos: Providence, Carlyle, CVC, Apax y Blackstone. En el camino puede que venza el consejero delegado de AUNA, Joan David Grimá, o que lo haga el presidente de Ono, Eugenio Galdón. Es igual, lo más probable es que los dos pierdan, que la fibra óptica española, la única competencia clara frente a Telefónica, y pieza clave en la ampliación de la sociedad española de la información, será revendida, con las correspondientes plusvalías, a un tercero. Lo que parece claro es que a ninguno de esos cinco fondos le interesa mucho que la ciudad de Orense, por ejemplo, termine de cablearse, o que los onubenses dispongan de una oferta de TV por cable que rompa el monopolio de Polanco o a un acceso rápido y no especialmente oneroso a Internet.

La pasada semana se celebró una reunión entre los consejeros delegados de los 3 principales accionistas de AUNA: Alfredo Sáenz por el SCH, Rafael Miranda por Endesa y Honorato López Isla por Unión Fenosa. En ella se decide que la pelea entre Eugenio Galdón, que quiere comprar el cable de AUNA, y Joan David Grimá, que quiere comprar a ONO, debe terminar. Así, acuerdan que cualquier fondo que pretenda hacer una oferta en una u otra dirección debe acudir al banco e inveriones Merrill Lynch, que canalizará dichas ofertas y las pondrá a disposición de los accionistas... en el despacho de Sáenz. Hay que tener en cuenta que Endesa tiene 33% de AUNA (frente al 31% del SCH), pero hay que recordad que el tercer accionista de la operadora (Unión Fenosa) es a su vez filial del SCH y, por si fuera poco, el SCH también es accionista de referencia de la otra parte contratante, de ONO. El proceso debe estar concluido antes de dos meses (otras fuentes consideran que el 29 de mayo debería estar concluido) y la decisión tomada. No olvidemos que Galdón (socio de los Rodríguez Inciarte, altos cargos del SCH, en ONO) no quiere comprar todo AUNA, sino sólo AUNA Cable, dejando de lado los móviles de Amena.

Por otra parte, CVC (el fondo más activo de España), Apax y Blackstone ofertan (Hispanidad ya explicó en su día lo que el lunes publica Expansión: que la oferta, hasta ahora no escrita, oscilaba ente 11.000 y 13.000 millones de euros) por el conjunto de AUNA, tanto el cable como Amena.

Al mismo tiempo, desde AUNA, presidida por Salazar-Simpson, surgió una oferta para adquirir ONO; y Galdón respondió con otra para hacerse con AUNA Cable. Detrás de esta operación de Galdón se encontraban dos grandes fondos, los más especulativos en telecomunicaciones: Providence (verdadero especialista en comprar y vender telecos y empresas de contenidos) y Carlyle.

Al final, vayan las oferta en una u otra dirección, suben o bajan las cifras (no lo harán más allá de un 5%) lo cierto es que los cinco fondos implicados, presuntamente enfrentados, tienen ya semiacordado que lo mejor sería adquirir primero AUNA y luego fusionarla con ONO, lo que no tiene que tardar más de un año. Luego, en un periodo de entre 3 y 4 años, que es lo habitual en Providence, darle el paso al otro socio industrial, bien entero o bien por partes.

De hecho, estos fondos de inversión o de capital riesgo ganan gracias a comprar el todo y vender por partes. Naturalmente, la inversión en infraestructuras les gusta mucho menos.

España no se vende, se alquila, y en plazos de 4 años.